Fijarse si tal árbol sí, tal árbol no, puede ser; pero todo cambia cuando nos damos cuenta que empezamos a entrar en otro bosque.
He leído el libro de Jorge Zabalza “La experiencia tupamara” y varios comentarios que ha suscitado. Al final me decidí a aportar el mío. Primero hablaré del libro, y luego, un comentario sobre los comentarios. A su vez, sobre el libro, parece lógico ver primero los aspectos positivos que aporta, que son muy importantes, y luego las críticas que tenemos para hacerle.
1. TRANSFORMANDO NUESTRO MODO DE TRANSFORMAR EL MUNDO.
Este libro se refiere al MLN-T, pero contiene muchas cosas que trascienden ese tema concreto y hablan de los problemas generales de la revolución socialista en Uruguay. Su tema, entonces es, a partir de una experiencia concreta, sacar conclusiones para “futuras insurgencias”, como dice en su sub-título. Ese es el sentido de su perspectiva crítica. Y lo hace en base a la recopilación de una línea de interpretación histórica muy sólida, y un estudio detallado de los hechos.
Comienza con una “Presentación” de Samuel Blixen, periodista investigador que, además de su trabajo sobre los crímenes de terrorismo de Estado en nuestro país ha escrito varios libros referidos al mismo tema de este de Zabalza -la experiencia tupamara- de la que también formó parte. Tomo esta referencia en particular porque es calificada y está ahí, a la entrada del libro, y porque es también un ejemplo de esto que quiero señalar.
En general, a los tupa hablando de sí mismos les cuesta abandonar el chiquitaje y la carga emotiva de lo vivido. Todo está lleno de personajes y recuerdos, anécdotas y casos, héroes y traidores, y además parecen pensar que solo ellos, los miembros de la cofradía, están habilitados. Puede que sea un primer momento inevitable de aproximación, un terreno por el que había que pasar.
Visiones panorámicas han venido desde otras filas pero no han sido las mejores, comenzando por los militares que hacen su propio relato. Luego vinieron los relatos de los historiadores y los cientistas sociales -palabras que escribo acá siendo generoso-. No es raro que repitan en gran parte a los milicos.
La guerrilla tupamara es una de las experiencias guerrilleras en Uruguay, no la única. Y no tiene sentido escribir la historia de una forma de lucha por fuera o por encima de la historia de la propia lucha, con sus causas y condiciones. Pero se va logrando de a poco.
El grueso de las historias hasta ahora han sido más novela de espías, un interesante género literario -en este caso de menor calidad que en le Carré-, que puede basarse en hechos históricos, pero que no es Historia.
El libro de Zabalza sigue siendo una EPOPEYA. ¿Podríamos pedirle que no lo fuese? Lo que sí ha dejado atrás es la novela de espías. Como intento de análisis histórico tal vez tenga mucho de contradictorio, vacilante, flojo. Pero es un paso.
Paso importante por ser un protagonista directo, porque hace un diagnóstico y no la autopsia de una experiencia muerta como quieren esos historiadores y cientistas, porque escribe para rescatar y no para rendirse pero tampoco para hacer estatuas, y porque no se queda en el chiquitaje. Y es evidente que da el paso pese a lo difícil de llevar encima la carga emotiva de lo vivido.
Como en “Yakuza” (Sydney Pollak, 1975), cuando el yanqui no entiende al japonés que asume “la carga más difícil de llevar”, “- Pero ¿qué lo obliga a llevar la carga? – La carga”.
Claro, tal vez alguno entienda más al que tira la carga para trepar más rápido. No es el caso.
Zabalza no es el primero en dar un paso así, se suma a otros. La diferencia, para mí, es que pienso que con esto ya no vale la pena prestar más atención al chiquitaje.
Esto es lo más importante que quería decir. Sigo con otras cosas.
Zabalza presenta una visión panorámica de la experiencia tupamara e intenta una reflexión política sobre ella. Digo política, porque no se trata solamente -recurriendo recursivamente a Marx- de interpretar qué pasó con nuestro intento de transformar el mundo, se trata de transformar ese intento, si queremos seguir intentando.
Si todo intento de transformar el mundo en alguna medida fracasará, los primeros sin duda. Pero no se piensa en eso al empezar, o ni siquiera se empezaría. Eso sí, en algún punto llega el momento de recapitular y sacar conclusiones.
La diferencia de Zabalza, ahora, es que intenta una interpretación política y no circunstancial de la derrota de la guerrilla. Y paro aquí un momento.
En una nota anterior (“¿Lo que dijo Aristóteles o lo que dicen las pesas? Formas diferentes de ver la experiencia guerrillera”), hice sobre este tema la siguiente pregunta:
“¿Fue o no fue derrotada la lucha guerrillera de los 60-70? De eso se trata, y de cuáles fueron las causas de la derrota. Ciertamente fueron causas materiales pero ¿solamente circunstanciales, o básicas?”. También hice otras preguntas.
Y a no ser que alguien diga ahora que no fue derrotada, la discusión principal debe ser sobre la dimensión de las causas. “Salgamos de lo anecdótico, pues, y embarquémonos en el plano de lo objetivo”, dice Zabalza, y es allí precisamente que vemos su paso adelante.
La idea central de Zabalza es que había en el MLN-T desde su raíz una ambigüedad ideológica no resuelta entre la orientación socialista clasista -su referente es José Carlos Mariátegui junto a otros marxistas latinoamericanos fundacionales- y la línea de “frente nacionalista de transición” -toma aquí a Jorge Abelardo Ramos entre otros-. Vamos a aclarar esto.
Plantear la revolución socialista en países considerados “atrasados” ha sido siempre, dentro del marxismo, un problema. Y si se entiende el “marxismo” en forma estrecha, más aun, y con estrecho quiero decir ese concepto mismo de “atraso”.
El planteo predominante no ha sido ese de Mariátegui del camino socialista directo, sino las estrategias “etapistas” que suponen que para estar en condiciones de ir hacia el socialismo los pueblos de nuestro continente deben primero desarrollar las “condiciones objetivas” por vía capitalista, y para eso hay que construir alianzas sociales policlasistas (burguesas). Esta orientación, con variantes, sigue hasta hoy, como puede verse incluso en la reciente polémica entre los economistas Fernando Isabella y Rodrigo Alonso. Es el fundamento explícito de la política pro-capitalista de Mujica, como lo explica Zabalza, viendo allí la madre del borrego.
Y lo interesante es que ata este tema estratégico al problema metodológico que es el NUDO de todo su planteo: su crítica al aparatismo armado del MLN-T. Es una línea argumental compleja, aunque no original, y merece nuestra atención.
A ese aparatismo opone una alternativa “insurreccionalista” (que no ocurrió) consistente en armar la resistencia popular desde abajo para ensamblarla con la acción especializada del grupo armado.
De modo que lo que hace Zabalza es proponer esta relación causal:
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Nacionalismo burgués –> aparatismo armado
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Socialismo obrero –> insurrección de masas
Pero Zabalza no descarta en absoluto la acción de la guerrilla -a diferencia de algunos grupos trotskistas, por ejemplo- muy por el contrario, ésta es en su concepto una pieza de esa “pinza” de violencia revolucionaria. Y yo, por mi parte -aunque mi opinión pueda no interesar a la “cofradía”- digo que también en esto estoy de acuerdo con Zabalza. En todo lo que se quiera hacer con seriedad deberá haber especialistas. Nada de esto es descubrir la pólvora, ni en sentido literal ni figurado.
Pero aunque no sea original, este aporte de Zabalza es de enorme importancia. No es importante por ser original ya que no lo es, sino porque está apoyado en el estudio detallado de una experiencia concreta, por alguien que la conoció desde adentro.
Ya que ese argumento de una relación causal entre nacionalismo burgués y aparatismo armado es algo bastante complejo, trataré de explicarlo en términos sencillos, aunque no todas las expresiones de esta orientación sean exactamente iguales. A muchos caerá gruesa mi simplificación, pero es un recurso explicativo.
Tenemos por delante una serie de tareas políticas, ideológicas, organizativas, trabajo de masas. Son demasiadas y además complejas. El tiempo acucia, la escalada represiva avanza y somos demasiado débiles a
En lugar de construir laboriosamente y a largo plazo las condiciones políticas que permiten sustentar una lucha armada, que sea la propia lucha armada la que atraiga el apoyo político popular, y pongámonos a construir un aparato armado.
APARATISMO quiere decir acá que se consideran secundarias las tareas de masas, las tareas políticas, las electorales, el frente sindical, la lucha de ideas. Se considera central únicamente la lucha armada, que pensada de esta forma es la lucha de un aparato armado contra otro aparato armado.
Esta orientación está muy claramente planteada desde el Documento 1 del MLN-T, 1967.
¿Y por qué esta metodología resulta apoyada en el nacionalismo burgués, si esto no surge de por sí de ese planteo? ¿Por qué sería POSIBLE ese atajo?
Porque al dar por hechas o poco importantes las tareas de masas, las tareas políticas, programáticas, ideológicas, educativas, se da por cierto que hay una continuidad entre la ideología que sustenta nuestro proyecto y la ideología dominante entre las masas. Son tareas innecesarias. Porque se supone también que dentro de la estructura de poder existente se encontrarían aliados que permitiesen superar nuestras dificultades.
Entonces se transpolan, tal vez sin darse cuenta, los métodos conspirativos y tipos de grupos de acción que tuvieron éxito en las revoluciones burguesas o anticolonialistas, como fue el caso de las logias masónicas de la historia de nuestra independencia. Y también los mitos, los iconos, las leyendas, todo eso. El TIPO de discurso, la semiótica.
En este libro Zabalza desmenuza pacientemente la degeneración ideológica y política del MLN-T a través de los sucesivos planteos impulsados por Eleuterio Fernández Huidobro, acompañado en el último tramo por José Mujica. Allí, en el nacionalismo burgués, estaría la clave para comprender las ilusiones en el “peruanismo” de los militares, la negociación del Batallón Florida, la propuesta de rendición incondicional, la colaboración en la persecución de delitos económicos, en una etapa histórica. Y en otra etapa posterior, el viraje de 180 grados del MLN integrado a la política del Frente Amplio y su gobierno, no solo integrado sino además creando y vanguardizando esa política.
Lo interesante en este libro de Zabalza es que ATERRIZA esta idea en lo que cuenta de la experiencia concreta.
Cuenta que luego de la acción de Pando, Eleuterio Fernández Huidobro propuso un “Plan Hipopótamo” para tomar Montevideo, planteado en estos términos: ¿Por cuántas veces habría que MULTIPLICAR Pando (hombres y armas) para pensar en Montevideo? Esta forma mecánica de abordar el problema sería un ejemplo claro de aparatismo armado.
A esto Zabalza le opone una posible alternativa. Toma por base la experiencia de una acción distractiva organizada por el MLN-T en el barrio de La Teja en setiembre 1971 para facilitar la fuga de más de cien presos del penal de Punta Carretas. Organizada por el MLN-T, pero la gente se sumó espontáneamente, llevando esto a un levantamiento popular barrial. Tomando este evento, Zabalza propone la línea de los “cien Tejazos”, una línea insurreccional no aparatista que combinaría la organización de múltiples levantamientos populares desde abajo, que se combinarían con la acción especializada del aparato armado profesional. Esta sería la alternativa al aparatismo armado, la forma de escapar a la trampa de la acción armada desligada de las masas, operando en el vacío para ir a su derrota inevitable, que fue lo que ocurrió.
EN TODO ESTO HAY ALGO QUE NO CIERRA, y no se necesita mucha sutileza para verlo.
2. LOS PUNTOS FLACOS DEL FLACO
Aunque no desmerezcan lo positivo y fundamental que aporta Zabalza, sus agujeros son muchos e importantes. No los puedo abordar en esta nota, los dejaremos para otra. Aquí hemos hablado de sus aportes.
3. LOS COMENTARIOS QUE SUSCITA EL LIBRO DE ZABALZA
Pero no puedo abandonar el tema sin una referencia muy breve y general a los comentarios que han aparecido. No va referida a nadie en particular, y lo que quiero decir es eso que ya dije: Dejémonos de chiquitaje, no sirve para nada.
Algunas sugerencias concretas a los que participen en esta polémica.
Hablen en español. Hablen claro y si vueltas, no vengan con alusiones. Menos adjetivos y más conceptos. Si se refieren a alguien en particular, identifíquenlo y preséntelo. Si se refieren a un hecho expliquen a todos de qué se trata y su contexto. No hablen para la interna. Y si no es mucho pedir, firmen lo que dicen.
4. APÉNDICE: GOLES ERRADOS SON GOLES EN CONTRA, ¿O NO?
Iba a dejar esta nota por acá, que ya es muy extensa, y continuar el tema en otra. Pero el compañero Mario Rossi ha hecho llegar la sexta entrega de su intervención sobre el Guevarismo (“Faltó en el pasado, falta ahora, pero habrá mas guevarismo”). En ella se refiere un pasaje del libro “Cuba y el Che. La ruta mágica” de Jorge Torres. Lo de Torres es una crítica general a la estrategia guerrillera de los 60-70 en nuestro continente. Luego de otros aspectos, Torres señala que la derrota de esa estrategia trajo una consecuencia terrible, la serie de dictaduras militares reaccionarias sangrientas.
Mario Rossi le contesta a Torres.
“Las dictaduras militares se sucedieron en varios países latinoamericanos como parte de una estrategia global del imperialismo que necesitaba acabar con los procesos democrático-burgueses tradicionales para impulsar e imponer …la política neoiberal de los chicago-boys. Esas sangrientas dictaduras militares hubieran tenido lugar aunque no hubieran existido movimientos guerrilleros. Con o sin guerrillas…”
Yo me pregunto: ¿Para qué se hicieron esas guerrillas, para qué se sale a luchar, sea de esa forma o de otra? ¿Para qué las huelgas, las movilizaciones de masas, las acciones, los partidos políticos?
Me pregunto: ¿Se trata de dos partidos paralelos, nosotros y el enemigo jugamos cada uno por su lado en canchas separadas?
¿Para qué murió la gente que murió?
Lo que quiso hacer el enemigo es lo que quiso hacer. Porque son unos hijos de puta.
Lo que PUDO hacer el enemigo es lo que pudo hacer. Lo que quiso, pero lo que nosotros no pudimos IMPEDIRLE que hiciese. ¿POR QUÉ no pudimos?
Como dijimos, la experiencia tupamara es UNA de las experiencias guerrilleras en Uruguay. Mario Rossi protagonizó otra, la de las FARO. Es necesario que nos hable de esa experiencia, el cómo y todo eso, pero ahora me pregunto algo más básico: ¿Por qué peleaban? ¿Para derrotar al enemigo? ¿Se lo podía derrotar, o era una lucha condenada de antemano?
Tal vez no pudimos derrotarlo porque la correlación de fuerzas era tremendamente desfavorable, y nada se podía hacer. Entonces ¿por qué se peleó? ¿Por qué murió la gente que murió? ¿Fue una ilusión, fue un error de perspectiva, fue un impulso ciego?
Y me pregunto: ¿Es eso “guevarismo”, es lo que decía el Che en “Guerra de guerrillas un método”?
Porque si no es eso, si había condiciones para ganar y no se pudo, entonces lo único que tiene sentido al discutir sobre MÉTODOS es si el método era el adecuado.
Y si no lo era, si condujo a la derrota, si agravó las condiciones, si el resultado adverso nos debilitó, nos arruinó, si facilitó los planes del enemigo, si abrió agujeros, nos dejó con menos hombres en la cancha, si por eso se dejó el arco en banda… díganlo como quieran.
Si las cosas fueron así o no, ESA es la discusión que tenemos. ESO es lo que plantea Torres, eso es lo que hay que contestar.
La seguimos en “Los puntos flacos del flaco”, próxima.
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