La actual coyuntura política en Uruguay

Las insistentes formas de hacer o la imperiosa necesidad de crear nuevas situaciones

Aquietarnos en la cima de lo absurdo

llorando la imposible presencia

Poner a resguardo el cuerpo

cosas y circunstancias puntos y desvelos

Los pájaros trinan fugazmente

grafiteando el infinito espacio

Partitura concreta de un tiempo que nos despoja de los ritmos sumergiéndonos en la anti melodía intrusa

La actual coyuntura política en nuestro territorio Uruguay, hace muchas veces compleja la participación en las distintas instancias organizativas dentro del espectro social.  Hay historia y mucha agua ha corrido debajo del puente.  Es por eso que nos resultan ya conocidas muchas situaciones por haberlas vivido hace ya casi 50 años.  Se podría pensar que después de tantos años de luchas y fracasos, de revoluciones y contra revoluciones, de traiciones y burocracias atornilladas al poder, alguna cosa deberíamos haber aprendido.  Pero emos que en el transcurrir del tiempo se repiten casi idénticas situaciones; en todas las revoluciones triunfantes y en los distintos gobiernos de izquierda en distintas partes del mundo, en especial en nuestro continente.  Ahí donde una revolución triunfó al cabo del tiempo se instaló una nomenclatura de privilegiados. ¿Qué ha sucedido después?, ¿qué sucede hoy?

Hemos visto surgir o reafirmarse distintas corrientes de pensamiento y distintas experiencias organizativas, no obstante también asistimos a la eterna reproducción de las burocracias, de la figura del dirigente, la compartimentación de estos con las bases.  Esto se prolonga hasta nuestros días, acarreando el vaciamiento de las organizaciones sociales y su debilitamiento como fuerza capaz de generar cambios.  Así el revisionismo histórico sepultó a los movimientos en las contiendas electorales y esto desdibujó el perfil ideológico de los mismos.  En síntesis: la izquierda se olvidó de ser anti capitalista.  Por supuesto que han habido y hay organizaciones más horizontales y experiencias más o menos comunitarias o colectivas pero las mismas difícilmente logran una mayor adhesión por parte de la gente, debido a que su expansión se ve limitada o coartada por el despliegue de los aparatos políticos electoralistas y por la nefasta influencia de los medios masivos de comunicación.

Las experiencias asamblearias en forma horizontal es un modo de funcionar que se dan muchas organizaciones y sin idealizar podemos decir que el camino puede resultar más lento y complejo, pero sin duda alguna es el que vale la pena transitar. Nos es nada nuevo esto que abordamos aquí, pero nos motiva insistir dado que vemos como se reproducen las burocracias, como estas gangrenan a las organizaciones sociales y abortan procesos.  Por último, si ello es así es porque hay una cultura patriarcal enquistada.  La verticalidad, las decisiones inconsultas de unos pocos, la imposición o bajada de línea, la promoción del dirigentismo van creando castas de los que dirigen y por otro lado están los que acatan a pie juntillas.  No hay un ejercicio del pensamiento crítico si no un amasar  la “unidad” en post de un pragmatismo que perpetua las estructuras de  los partidos políticos o sindicales, ONGs u otras organizaciones sociales jerárquicas.  Afirmamos que estos modos son modos de ejercer el poder y están profundamente asimilados por la cultura dominante patriarcal.  Amplios sectores del pueblo aún siguen respaldando esto y no se plantean cuestionar al actual sistema, sino que lo perpetúan.  El sistema ha logrado la adhesión, la sumisión voluntaria de los trabajadores, de modo que la única vía de escape es el consumir.

Mientras estas cosas no cambien no se cambiará nada.

¿Porqué decimos esto?  Ahora vemos como la central de los trabajadores calla o se mueve un poco, para decir que hacen algo.  Los progresistas opositores al actual gobierno de la coalición derechista, ven pasar el tren de la historia sin más, eso sí desamortiguando en todos los frentes ya sea contra la LUC, en las ollas, por nombrar algunos.  En otros tiempos ya se hubiera declarado un paro nacional por presupuesto, contra la LUC y la represión.  Todo es medido por los intereses creados en defender cargos y hacer la plancha hasta la próxima contienda electoral.  Hay palabras que adoran y que se repiten en los discursos:”negociación” “dialogo “, mientras tanto asistimos a la restauración de la política del garrote, de las razias y el gatillo fácil.  El Covid 19 es el escudo que sirve para todo.  No hay día que pase sin que se lleven a cabo operativos represivos de envergadura.  Los hechos ocurridos en Plaza Seregni, en Juan Lacaze, en Castillos, en barrio Parque Rodó ya se eclipsan ante las intervenciones en Punta Rubia y Santa Isabel y del hombre que en el barrio de Piedras Blancas fue baleado con una pistola de 9 milímetros por un policía.  ¿Se acuerdan de La Reforma y los allanamientos nocturnos?  estamos ahí, inmersos en una escalada represiva selectiva, racista y clasista.

 Podemos ver que el combate contra la pobreza y el covid se hace empuñando las armas y con un aparato represivo sediento de sangre, lleno de odio.

¿Qué pasa con el activismo social y anti sistémico?  En construcción…esperemos.

Hay momentos de vacío como los actuales que son propicios para fraguar nuevas construcciones.  Transcribimos un fragmento de una entrevista a Raoul Vaneigem, filósofo belga, que se enraba perfectamente con nuestras reflexiones.

“Tras la llamarada de Mayo del 68 no he visto más insurrecciones que la aparición del movimiento zapatista de Chiapas, la emergencia de una sociedad comunalista en Rojava y, en un contexto muy diferente, el nacimiento y multiplicación de las ZAD, las zonas a defender donde la resistencia de una región a la implantación de nocividades ha dado lugar a una solidaridad basada en el vivir juntos. No sé qué significa una ética de la insurrección. Simplemente nos encontramos ante experiencias llenas de alegría y furor, de avances y retrocesos. Entre todos los interrogantes que se plantean, dos me parecen indispensables. ¿Cómo impedir la avalancha de valentones estatistas devastando los lugares para vivir en los que la gratuidad se aviene muy mal con la lógica del beneficio? ¿Cómo evitar que una sociedad que proclama la autonomía individual y colectiva permita que en su seno se constituya la vieja oposición entre la gente de poder y una base que confía demasiado poco en su potencialidad creadora?”

Podemos ver claramente lo anteriormente sitado en la actual problemática que se le plantea el movimiento social empantanado en su rechazo total o parcial a la LUC.

El rechazo a toda la LUC como resistencia ante los embates del ultra neoliberalismo es una oportunidad para que las organizaciones sociales se saquen de encima a las burocracias y se pongan en movimiento por sí mismas.  Crear situaciones para el despliegue de las resistencias es el desafío.  Veremos si ello ocurre.

¡Ahora es todo!  No alcanza con las luchas reivindicativas porque la vida misma está en cuestión.  Estamos asistiendo a un colapso anunciado desde hace tiempo. Los recursos de la tierra no toleran la expansión ilimitada de las economías basadas en el extractivismo y nuestro modo de vida no pueden ser los mismos, deben cambiar.  El momento exige una salida total del sistema capitalista y para ello hay algunas cosas que cambiar.  Primero, todos o al menos muchos de nuestros hábitos cotidianos.  Segundo, comunalizarnos.  Nos parece fundamental proyectarnos hacia ahí, de lo contrario todo queda capturado en los discursos y los discursos sin las acciones no producen cambios.  Importantísimo es resaltar que la condición de una salida a la actual situación pasa por una construcción colectiva a todos los niveles.  Las salidas individuales (individualistas) ya no serán posibles.

¿De dónde surge la potencialidad creadora en un colectivo?, ¿qué ingredientes son necesarios?

La respuesta no puede ser más que compleja, difusa; pero podemos pensar en abrir canales, agrandar grietas, perforar la malla del tejido social y empezar a tejer iniciativas, proyectos, en donde pongamos los cuerpos, el tiempo y que todo absolutamente todo esté encarado con pasión.  ¿Cómo recuperamos tiempos de vida para la vida?  Sí, los cuidados de la tierra de la cual dependemos todos para una existencia plena pasan por ser colectivos; ¿cómo generamos nuevas grupalidades para hacerlo posible? Quedan muchas cosas por no decir, todo a dar vuelta, el trabajo, los estudios, la salud, salir de la dependencia, del consumo. Sabemos que todo es proceso y por algo hay que empezar, solo debemos descartar las soluciones finalistas porque sabemos que la conflictividad siempre estará presente.

“Todo equilibrio es una pérdida de potencia, una pérdida de ser. Y toda forma de estabilidad que integre la vertiente orgánica, la vida y el desarrollo de la potencia, estará lejos del equilibrio.”  Miguel Bensayag

Sandra Petrovich

artista plástica y poeta, para Revista Alternativas – noviembre 2020

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