Afuera diluvia
En mi retina se queda la tarde envuelta en vaporosas nubes
cubriendo las sierras hasta fragmentarlas en islotes de árboles flotantes
Verdes y grises llevaron el vasto cielo a sus paroxismo
Sobrevino el estruendo
estallido violento de las emociones
Se hizo noche
Curiosamente ya no se piensa más que en el momento en donde la vida quedó suspendida de un hilo y según para quien sea, ese momento pre pandémico era” la vida”
Mucho tiempo antes habíamos tocado fondo como humanidad y nunca nos enteramos.
Ahora todo resulta extraño sólo algunos destellos nos traen reminiscencias de otros tiempos. Las bocas del hambre se suman a la fila de la desesperanza, algunas tímidas manifestaciones entre simbólicas y otras más voluntaristas, insisten en una ciudad desierta, apagada, sumida en el silencio de la resignación. Inevitable hacernos la pregunta de ¿Cómo llegamos a esto?, ¿cuáles fueron las etapas de un proceso que terminó paralizando prácticamente al conjunto de las organizaciones sociales? Ya prácticamente no hay expresiones callejeras masivas sino pequeños grupos que se convocan muy puntualmente, sí hay marchas virtuales, la central obrera encapsula sus reclamos en caravanas de coches, la protesta se vuelve virtual reduciéndose la mayor de las veces a una foto sosteniendo un cartel. La circulación reducida en las calles fue remplazada por la circulación en las redes sociales. Así todo va bien en el mejor de los mundos de lo políticamente correcto. El tiempo de la pandemia atravesado por ajustes económicos de consecuencias nefastas para muchos y de mayor beneficio para al gran capital. Esto es así o también el contrario, el ajuste empaquetado en la LUC atravesado por la pandemia. La gran prensa o la prensa de los poderosos obra a diario y erosiona, pero nadie se baja de las redes sociales, como nadie se baja del trabajo esclavo, entonces sigue siendo vano esperar que algún cambio venga de forma milagrosa.
En relación a la sociedad de la era digital Byung Chul Han nos dice: ” Somos programados de nuevo a través de este medio reciente, sin que captemos por entero el cambio radical de paradigma. Cojeamos tras el medio digital, que, por debajo de la decisión consciente, cambia decisivamente nuestra conducta, nuestra percepción, nuestra sensación, nuestro pensamiento, nuestra convivencia. Nos embriagamos hoy con el medio digital, sin que podamos valorar por completo las consecuencias de esta embriaguez. Esta ceguera y la simultánea obnubilación constituyen la crisis actual” (Han, 2014)
Según el índice de contagios en estos últimos meses todo indica que en pocos meses estaremos saliendo del rojo en cuanto a pandemia y ya los titulares anuncian que miles de uruguayos viajarían en Julio, teniendo como destinos entre otros Miami o el Caribe; hay otras cifras que no se exponen de manera tan explícita, por ejemplo, las personas que comen de las ollas populares, las que viven en la calle, los que no tienen trabajo alguno, ni vivienda, ni seguro de paro, los que han perdido sus trabajos, los que viven al día de changas, los antiguos desocupados y los nuevos, todos los trabajadores precarizados, los jubilados con pocos recursos. ¿Cuántos suman? Tal vez si nos ayudan alguien pueda hacer una gráfica con estos datos. Pero hay mucho más de lo que ocurre y permanece invisibilizado y otras tantas cosas que seguirán sumando dificultades serias en las vidas de las personas. El quietismo, la indiferencia y el individualismo a ultranza, son la tónica del momento y esto lo podemos resumir en dos palabras: miseria humana. No obstante este oscuro panorama, debemos también decir que por aquí y por allá hay gente haciendo cosas modestas y otras grandiosas por ser modestas. Pero no alcanza , es insuficiente; es por ello que siguen siendo tiempos de tejer, zurcir, hilvanar todo lo que se encuentre disperso.
Tejer la primitiva o antigua malla de los comunes como nos dice Silvia Federici en “Reencantar el mundo”, es tarea primerísima para defender la vida. Pero no sólo la vida de cada quien sino la de todos; se trata de esto tan simple y enorme a la vez. Ya no hay tiempo para el largo plazo ni los mientras tanto de los progresismos, ahora sabemos que el planeta tierra se agota y que el fin de este proceso lleva el signo de una desenfrenada explotación de bienes, de los comunes y personas. Con variantes locales se puede afirmar que la casi totalidad de los gobiernos progresistas en el continente adoptaron las políticas de desarrollo del Brasil basadas en el extractivismo, orientadas a la exportación. Se pretendía que esto fuera la base para una mejor distribución de la riqueza, pero no resultó así, apenas dio para llevar adelante algunos programas de asistencialismo que serían barridas por el apetito cada vez más desenfrenados del gran capital. La reforma agraria bandera del PT que llevó a Lula a la presidencia, nunca llegó. En cambio fueron violentamente reprimidas todas las movilizaciones contra los mega proyectos y por primera vez se expulsa a pueblos originarios de sus territorios porque la modernidad manda. En nuestro pequeño territorio ocurrió lo mismo, recordemos a Botnia, Montes del Plata y más recientemente UPM. El resultado de estas políticas ha tenido por resultado una mayor concentración de tierras en manos privadas y de las corporaciones.
Estaríamos en el momento más intenso del cercamiento de los comunes; el despojo de todos los espacios comunales y públicos, incluso del privado, tensa al máximo la relación entre la acumulación originaria del capital y los comunes. Se entiende por comunes al colectivo de individuos que conforman un barrio, aquellos que habitan un territorio y trabajan para su sustento, a trabajadores de distintos sectores. Tenemos que saber que el concepto de los comunes implica siempre comunidad y relaciones de intercambios horizontales entre las personas no mediadas por el estado, inclusive economías propias, colectivas. Esto podría verse como utopía pero no es así, la humanidad ya vivió en otros tiempos de este modo; pueblos originarios conservan aun estas formas comunitarias de vida. Inclusive entre nosotros, en nuestra sociedad se dan prácticas de intercambios entre vecinos, sobre todo entre quienes no viven en las ciudades pero en las ciudades y su periferias también.
El concepto de los comunes comprende el modo de relaciones que los diferentes colectivos se dan al margen de lo institucional. Traigamos ejemplos de nuestra propia sociedad. Es de público conocimiento la ocupación de terrenos en el barrio Santa Catalina en Montevideo. Desde el inicio se llevaron adelante distintos operativos policiales con el fin de amedrentar a los vecinos y lograr el abandono del lugar. Esto constituye un revelador de una problemática que podríamos calificarla de endémica, como lo es el tema de la vivienda. Seguido los terrenos o son propiedad del estado o de alguna empresa privada o de algún privado en litigio con la administración. En la lógica capitalista la propiedad de la tierra está por encima del derecho que toda persona tiene de usufructuar de un espacio de vida. Citamos otro ejemplo, el tren de UPM, cuya construcción ha provocado el desmantelamiento de las antiguas vías de tren de pasajeros y la expulsión de personas que viven en su programada trayectoria en beneficio de una empresa trasnacional.
En la historia del despojo se inscribe igualmente el proceso de extranjerización de la tierra en el período de gobierno progresista y más precisamente sobre el gobierno de Mujica. En Uruguay no estamos a salvo de los desplazamientos de población, aunque ello no sea tan visibilizado es una realidad que ahora abarca a todo el territorio. Ya no sólo hay barrios periféricos en Montevideo sino en todas las ciudades del interior; en esos bordes de la sociedad es en donde la población es la más precarizada y estigmatizada. Pero los pobres, los desposeídos, desbordan las calles de la capital en especial en su centro. Aquí vemos claramente el cercamiento de los comunes; primero la tierra, luego en la ciudad, los barrios, por último la calle. El cerco también es normativo, llevando a toda una población a un proceso de institucionalización bajo la regencia del encierro y el control. ¿Qué es esto sino la herencia directa de la colonia, la acumulación originaria del capital a través del despojo? A las personas que están en la calle se las normativiza y con ello no se asume el tema del despojo de los comunes provocado por la concentración de la riqueza. Silvia Federici nos trae desde la historia, que los comunes son relaciones de cooperación entre las personas, no son cosas, son espacios habitados en donde se tejen redes de saberes, de cultura, de afectos, de producción.
Nos parece importante nombrar y enumerar distintos modelos de los comunes que Silvia Federici nos resume.
Los comunes son nuevas experiencias de vida compartida que deberían contribuir a nuevos modos de producción, a la superación de las divisiones. Deben ser espacios autónomos en donde se ensaye formas de autogobierno. Los comunes se definen por la existencia de una propiedad colectiva que preferimos decir del uso colectivo de un espacio tierra o vivienda en las ciudades. En esos espacios la solidaridad es un principio así como la regulación de los conflictos que deben ser siempre una decisión en colectivo. Podríamos agregar que de lo que se trata es de poder gozar de bienes comunes como el acceso a la tierra, al agua, a los bosques en plena conciencia que los mismos son necesarios a la vida y no pueden ser de uso exclusivo de nadie y que por otra parte se debe hacer un uso consciente de los mismos.
A todo esto hay que agregar y prestar atención a la expropiación de palabras como los comunes, cooperación y auto gestión por parte del sistema porque en su poder sólo sirven para hacer pasar gato por liebre. Es el caso de la preservación de áreas ecológicas a fin de promover por ejemplo iniciativas privadas, como es el caso del turismo sustentable, mismo a costa de tener que expulsar a las personas de sus territorios. ¿Qué sucede con aquellos que venden su fuerza de trabajo para un patrón?, ¿se los puede considerar comunes por su sola condición de trabajadores o eventualmente por formar parte de un sindicato? Es interesante como S. Federici nos aclara acerca de los comunes encerrados, que son aquellos que no producen para una comunidad sino para un patrón y por lo tanto producen plusvalía.
Por último hacemos una invitación a repertoriar todas las experiencias comunales, las consolidadas, las temporales y todos los ensayos de otras formas de relacionamiento y producciones alternativas al capitalismo imperante. Veremos que no hacen mucho ruido pero existen. Desde distintos grupos de vida comunitaria, de convivencia, de intercambio de semillas y trueque, de pequeños núcleos de producciones orgánicas y cooperativas habitacionales y productivas.
No partimos de cero, tenemos de dónde tomar empuje e inspiración, la piel decadente y mortífera con la que nos viste el capitalismo es lo que tenemos que cambiar, no es fácil pero tenemos tanto para ganar que vale la pena. Reencantar el mundo se trata de recuperar vida, recuperar tierras, ríos, semillas, saberes, tiempo. Seguramente no caben en estos procesos de vida, las burocracias, el dirigentismo y ninguna estructura reproductora de sistemas opresivos y de control.
No nos ocupemos tanto de lo superficial porque lo que es esencial se pasa bien abajo.
S . Petrovich
( artista plástica y visual, poeta)
Un comentario en «Uruguay -→ Construyendo los comunes X Sandra Petrovich»
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