Una opinión personal.
Fernando Moyano
El sábado 4 fui a la feria a repartir volantes contra toda la LUC llamando a votar SÍ a derogar 135 artículos. Al día siguiente serían las elecciones internas del Frente Amplio. Me fui de esa organización hace muchos años y sería un despropósito meter cuchara desde afuera; aun así y después de pensarlo tenía decidido votar en esas elecciones del domingo, aunque fuese votar en blanco para no meter cuhcara. Pero no voté.
¿Por qué votar? Para sumar un voto más, simplemente para eso.
Hubo 130 mil votos, un crecimiento del 38% respecto del 2016. Y hay una discusión respecto del significado de este crecimiento más allá de la decisión interna del FA. Ocurre en un contexto de la campaña del referéndum de derogación parcial de la LUC y su trascendencia política. Y a su vez dentro del contexto de la perspectiva electoral del 2024, con la posibilidad del FA de llegar nuevamente al gobierno desplazando a la coalición multicolor. No se puede separar una cosa de la otra.
Retomaremos (y corregiremos en lo que marca el paso del tiempo) lo que dijimos en una nota de febrero 2020, Pero ESAS golondrinas no volverán.
Se señala ahora también que este crecimiento no recupera el nivel de las elecciones del FA más lejanas, 223 mil en 2006 y 170 mil en 2012. Esta votación representaría hoy algo menos del 60% del pico de 2006, sin tener en cuenta además el crecimiento del electorado del 6% desde entonces. Claro está, todos los análisis señalan que el contexto político general es muy diferente. Sin duda, pero precisamente por eso debemos ver el significado de estas cifras y su evolución. Los politólogos ven allí una señal, no significa mucho lo que digan ellos. Los voceros del gobierno dicen que no la ven, eso sí significa. El ciego no quiere ver la señal que no le gusta. Dice Lacalle ante la huelga en la refinería de ANCAP, que “ha habido una escalada de paros en todos los ámbitos del país”. ¿En qué quedamos, no pasa nada, o pasa?
“No es tan difícil”, como solemos decir. El FA llegó al gobierno con una gigantesca esperanza de la gente. Después vino el bajón. Eso muestran las cifras 2006, 2012, 2016, junto con muchos elementos que apuntan a lo mismo. La desilusión, el desencanto, la creciente pasividad de adherentes y militantes, ha acompañado el proceso que culmina con la derrota electoral de 2019. En nuestra nota de 2020 a la que hicimos referencia sostuvimos que ese retiro de la militancia se produjo, al menos en parte, por una política deliberada de desarticulación por arriba de su participación, actividad, capacidad de decisión. Ha sido un objetivo deliberado de la dirección del FA para tener las manos más libres en políticas que encontrarían fuerte resistencia abajo, y encuadramos ese factor dentro de la estrategia de adecuación a la “realpolitik” de la negociación con el poder de la clase dominante: “Cuando la candidata a vice Graciela Villar – decíamos entre otras cosas – sacó del cajón de los recuerdos el discurso de barricada ‘oligarquía o pueblo’ (después de todo para eso mismo la habían elegido para ese lugar, para agitar a la tribuna) le llovieron los palos. Ya hacía dos décadas que el guión había cambiado, y se debía hablar de acuerdo social y no confrontación social.”
Se esté de acuerdo o no con esa explicación, los hechos son los hechos. El reflujo es el reflujo. De la misma forma ahora, el flujo es el flujo. Ya en Cejas había dado en la tecla en octubre vinculando ambas cosas: “Haber alcanzado las firmas suficientes para plantear el referéndum a la LUC le ha cambiado el humor al Frente Amplio y de una etapa de desaliento y desorientación ha pasado a otra de igual o peor desorientación pero movido por una euforia agresiva”. Y bueno Cejas, si son ustedes los que tiran la piedra ¿qué querés? Alguno de este lado no querrá pelear y preferirá seguir jugando a empatar como antes, pero ese tiempo ya pasó.
¿Qué tanto así y hasta dónde irá? Eso lo veremos, pero lo que vemos es un cambio de tendencia. El militante fue llamado nuevamente a filas, o vino por sí mismo lo llamasen o no. Pero como sea, volvió o está volviendo. A algunos en la cúpula les gustará, a otros no pero se la bancan. Al Cejas no le gusta. Pero ocurre.
Para en FA, recuperar a medias la convocatoria a los adherentes, es eso, un medio camino. Todavía no puede decirse mucho más. Pero ya está muy claro que esto ocurre en el contexto de la campaña del referéndum y de la creciente movilización social, dos aspectos de un todo.
En nuestra serie de notas “El jaque de la LUC” intentamos una visión panorámica de la estrategia contradictoria seguida por el FA ante esta cruda ofensiva de la clase dominante que, ahora desde el gobierno, “pateó el tablero” de esa política conciliadora previa de ambas partes que llamamos “pacto de Nash” (jugar a no perder). Al principio el FA quiso seguir jugando a no perder. Exactamente eso pasó al respecto de la LUC:
“Han habido varias etapas: 1) Discusión parlamentaria del proyecto y negociaciones en pos de ‘achicar el daño’. Esa táctica no resultó, trajo más daño. 2) Aprobada la ley el 9 de julio del 2020, un período caótico en que no se sabía qué hacer y se perdió un valioso tiempo. 3) Convocatoria en diciembre a dos proyectos diferentes de derogación – parcial y total – de fuerzas motoras muy diferentes. 4) Alcanzadas 800 mil firmas por la parcial, descartada la total, en julio se inicia, de nuevo muy morosamente, una nueva etapa. Esa morosidad, como la otra y la otra, viene dada por el comportamiento vacilante del Frente Amplio, su estrategia de ‘bajarle los decibeles’ al conflicto, que choca contra los hechos ‘muy testarudos’. Y por fin, por fin, por fin, el 24 de octubre se llega a: 5) Campaña por el voto por la derogación parcial de la LUC.”
Incluso inmediatamente al Velódromo algunos voceros del FA hablaron de la campaña segmentada o “milimétrica”, cada artículo por separado y sólo los 135, sin entrar en otra cosa. Pero los hechos siguieron. Persecuciones sindicales, despidos, reducción del I.N.Colonización, condena a seis militantes sindicados como “líderes” de la protesta en 2013 por el traslado de Mariana Mota, proyecto de liberación de los represores presos en Domingo Arena. La gente reaccionó. Comenzaron las ocupaciones estudiantiles y las huelgas de trabajadores.
Las declaraciones de algunos dirigentes del FA de sus “buenas intenciones”, referéndum en vez de lucha en las calles, quedaron superadas, hay referéndum con lucha en las calles.
Mientras esto escribo es inminente la culminación del proceso de validación de las firmas por la Corte Electoral, y el festejo de la militancia. Se superpondrá a la marcha contra el proyecto de liberación de los represores de la cárcel VIP y a las movilizaciones del 10 de diciembre en defensa de la seguridad social, y el acto en el Memorial del Cerro por el Día Internacional de los DDHH.
La proyección de todo esto hacia las elecciones del 2024 es innegable. Pero hagamos apenas algunas puntualizaciones, actualizando aquella nota nuestra de la que hablamos.
- El FA planteará nuevamente un programa de cambios mínimos, de tímida recuperación del Estado de Bienestar hoy en pleno desmantelamiento. No irá más allá.
- Las condiciones para llevar adelante ese programa son hoy muy distintas, para nada favorables. Todo el contexto mundial y regional del que el paisito no puede escapar apunta a un recrudecimiento de las confrontaciones sociales. Las posibilidades de un “Uruguay insular”, como lo llamaba irónicamente Quijano, son hoy más imposibles que en tiempos de Quijano. El Uruguay insular es el programa de este gobierno y el que intentó el astorismo durante el gobierno del FA. Y, debemos decirlo, no se ha planteado por ningún lado otra perspectiva.
- Como lo dijimos en aquella nota, la izquierda extra-frentista sigue siendo marginal y difusa. Decíamos que “cuando mejores condiciones tiene, peor le va”. Y en este tiempo del ahora nada de eso ha cambiado. Si queremos ver esta confusión en una realidad concreta miremos la campaña contra la LUC.
Hay por lo tanto un agujero de estrategia. “La naturaleza tiene horror al vacío“, decía Aristóteles. La ciencia refutó esa idea pero hoy en política lo que vemos es que ese vacío se llena con cualquier cosa.
En nuestra serie de notas sobre la LUC citábamos un fragmento del documento del reciente congreso del FA (octubre):
» …es necesario asumir que mientras… (se gobernaba)…, la centralidad de la tarea de gobierno fue debilitando el funcionamiento orgánico de la fuerza política y la relación con actores sociales y la población en general. Se presentaron dificultades en el funcionamiento orgánico y en la articulación política, que no siempre pudieron ser resueltos… «.
Hay aquí un tímido esbozo de autocrítica. El representante dejó de representar al representado y se pasó a representar a sí mismo, el gobernante a gobernar por sí mismo, y eso ocurrió por la prioridad de gobernar. Lo que era un medio para conseguir un fin se transformó en un fin en sí mismo. Y al final, por eso de querer seguir gobernando, se perdió el gobierno.
Y ahora el hambre de gobierno incide negativamente en la forma en que el FA trata aprovechar la campaña el referéndum contra la LUC. La partidización grosera es muy inconveniente. Ese estilo de usar las organizaciones sociales como “correa de trasmisión” se agrava al trasladar allí disputas internas, cobrar protagonismo, reducir la lucha social al papel de antesala de la disputa electoral.
¿Por qué NO votar? Como dije más arriba, tenía decidido votar el 5 de diciembre, simplemente para sumar un voto más en esa perspectiva política de derrotar a este gobierno. El FA tiene los defectos que tiene, pero entre eso y el gobierno muti-facho no hay mucho margen de duda.
Y el sábado 4 de diciembre fui una vez más a una feria vecinal. Venimos haciendo actividades de este tipo en la campaña contra la LUC, contra toda la LUC y llamando a votar por la derogación parcial, y después seguir. Lo hemos explicado en varias notas. Haciendo esta campaña con nuestro propio perfil y nuestra propia voz, solemos encontrarnos con los otros militantes más “oficiales” de la campaña contra 135 artículos, de la cual formamos parte. Reparten los volantes de la Comisión pro-referéndum, con cuyo contenido coincidimos; también hay volantes particulares de algunos otros organismos de esta campaña. Y en la calle nos encontramos, fraternalmente.
Pero el sábado 4 de diciembre no encontré NI UNO de esos militantes haciendo campaña contra la LUC. En ese tema, solamente nosotros. Esa vez, todos aquellos otros estaban repartiendo listas para las elecciones del FA.
Apoyar al aliado parcial contra el enemigo común, sí. Apoyarlo en su error, no. Hubo un voto menos. Seguramente los votos que faltaron para recuperar aquel máximo de participación, son de diversa índole. Una derrota no se revierte en un día. Pero algunos como yo, también los hay.
Corregir un error acendrado es difícil. Pero para hacerlo hay que proponerse hacerlo. Como dije, lo que nos fuimos del FA no hemos sabido construir una alternativa diferente. El vacío sigue siendo un horror que no se llena.
Mi no voto tuvo en todo caso la intención de marcar ese vacío.
Las grandes empresas armamentísticas consiguieron incrementar sus negocios en plena pandemia

Danilo Albin
La crisis mundial desatada por la pandemia no ha podido con el negocio armamentístico, que ha demostrado su capacidad de seguir facturando inmensas cantidades de dinero incluso en una recesión económica planetaria. Así se desprende del informe que acaba de dar a conocer el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) con datos de 2020, otro año de grandes beneficios para la industria militar mundial.
Según consta en el dossier elaborado por este prestigioso centro de investigación, “las ventas de armas y servicios militares de las 100 empresas más importantes ascendieron a 531.000 millones de dólares en 2020, lo que supone un aumento del 1,3% en términos reales en comparación con el año anterior”.
En esa línea, señala que 2020 fue el sexto año consecutivo de crecimiento de las ventas de armas de las denominadas “Top 100”. “Las ventas de armas aumentaron incluso cuando la economía mundial se contrajo un 3,1% durante el primer año de la pandemia”, remarca el organismo en su informe.
Alexandra Marksteiner, investigadora del Programa de Gasto Militar y Producción de Armas del SIPRI, sostiene que “los gigantes de la industria se vieron protegidos en gran medida por la demanda sostenida de bienes y servicios militares por parte de los gobiernos”.
“En gran parte del mundo, el gasto militar creció y algunos gobiernos incluso aceleraron los pagos a la industria armamentística para mitigar el impacto de la crisis de la covid-19”, afirmó.
En cualquier caso, el documento destaca que “operar en el mercado militar no garantiza la inmunidad a los efectos de la pandemia”. Por ejemplo, el fabricante de armas francés Thales “atribuyó una caída en las ventas de armas del 5,8% a
las interrupciones inducidas por el cierre en la primavera de 2020″. “Algunas empresas también informaron de interrupciones en la cadena de suministro y retrasos en las entregas”, añade.
En cuanto al ranking de las 100 principales compañías de este sector, el informe señala que Estados Unidos “fue de nuevo el país con más empresas clasificadas en la lista Top 100”. En conjunto, las ventas de armas de las 41 empresas estadounidenses ascendieron a 285.000 millones de dólares –un aumento del 1,9% en comparación con 2019– y representaron el 54% de las ventas totales de armas de ese listado. “Desde 2018, las cinco primeras empresas del ranking tienen su sede en Estados Unidos”, subraya el SIPRI.
Por su parte, las empresas chinas representaron el 13% del total de las ventas de armas en 2020, “por detrás de las compañías estadounidenses y por delante de las del Reino Unido, las terceras más importantes”.
Entre otros datos, el informe señala que Navantia es la única compañía española que figura en el ranking de los 100 grandes vendedores de equipamiento militar. El astillero español ha logrado consolidarse en ese sector al calor de los negocios alcanzados con el régimen de Arabia Saudí para la construcción de cinco corbetas. De acuerdo al listado del SIPRI, se ubica actualmente en el puesto 84 del Top 100.
El estudio indica que “las 26 empresas armamentísticas europeas de la Top 100 representaron en conjunto el 21% del total de las ventas de armas, con 109.000 millones de dólares”, mientras que las siete empresas británicas registraron unas ventas de armas de 37.500 millones de dólares en 2020, un 6,2% más que en 2019.
Las ventas de de BAE Systems –la única empresa europea que se ubica entre los 10 principales operadores– aumentaron un 6,6% hasta los 24.00 0millones de dólares. Asimismo “las ventas de armas de las seis empresas francesas que figuran en la lista de las Top 100 cayeron en su conjunto un 7,7%”, afirma Lucie Béraud-Sudreau, directora del Programa de Gasto Militar y Producción de Armas del SIPRI.
Fuente:https://www.grupotortuga.com/Las-grandes-empresas
Cuerpos y datos: Las tecnologías de identificación biométrica aumentan en América Latina
El consorcio Al Sur publicó “Reconocimiento facial en América Latina: tendencias en la implementación de una tecnología perversa”, una investigación que identifica 38 sistemas de reconocimiento facial desarrollados en la región.

Si has caminado por el centro de Santiago de Chile durante los últimos meses, probablemente los has visto afuera de algún centro comercial, a la entrada de un parque o frente a un semáforo concurrido: dos personas con una esfera metálica, ofreciéndote dinero a cambio de una imagen de tu ojo. O algo así. El dinero no es dinero per se, sino el equivalente a 20 USD en Worldcoin, una criptomoneda. Y la imagen de tu ojo no es una simple imagen de tu ojo, sino un escaneo de tu iris, dato biométrico utilizado para identificarte. Todo con un aire a pacto faustiano muy de película sci-fi de bajo presupuesto. El propio Edward Snowden salió a criticar la iniciativa, que en Chile contabiliza alrededor de 10 mil inscritos. 10 mil iris escaneados.
Una cifra como esa es preocupante y un poco desmoralizante, la verdad. Pero a pesar de ello, comprensible: en un país con una ley de protección de datos personales del siglo pasado, donde el cliché de los-datos-son-el-nuevo-petróleo se repite como mantra, pero donde no se hace nada al respecto (al menos, para proteger mejor esos datos) y donde la información personal parece pasar de un lado a otro con absoluta promiscuidad, no es raro que para algunas personas entregar el iris a cambio de una cantidad potencial de dinero, por poco que sea, no es la gran cosa
Y, sin embargo, debería ser una gran cosa. Más allá de lo anecdótico del caso, la creciente normalización del uso, recolección y exigencia de datos biométricos es una tendencia preocupante. De muestra un ejemplo: esta semana nos enteramos de que una administradora de fondos de pensión (AFP) está exigiendo validar la identidad de sus clientes a través de biometría facial. La excusa es siempre la misma: seguridad. ¿Pero la seguridad de quién? Saber que mis datos sensibles, relativos a mi cuerpo, están siendo almacenados y procesados quién sabe dónde, bajo quién sabe qué condiciones, por quién sabe quién, no me transmite ninguna seguridad. Al contrario, me da escalofríos.
Si una empresa dedicada a la gestión de dinero no es capaz de encontrar otras maneras de asegurar la recaudación que no impliquen generar y almacenar un modelo algorítmico de mi rostro, quizás a esa empresa no debería confiársele tal tarea. Porque el día de mañana, cuando esa base de datos se filtre, no hay nada que puedan hacer para devolverme el control sobre mi cara. Ese es el gran tema con los datos biométricos: una vez entregados, no hay vuelta atrás.
En la práctica, la identificación biométrica requiere ceder control sobre el propio cuerpo.
Reconocimiento facial
Cualquier discusión sobre identificación biométrica quedaría incompleta sin hablar de reconocimiento facial. Recientemente, las organizaciones reunidas en el consorcio Al Sur publicaron “Reconocimiento facial en América Latina: tendencias en la implementación de una tecnología perversa”, una investigación colectiva que identifica 38 sistemas de reconocimiento facial desarrollados en la región, al alero de distintas políticas públicas.
Alguna de la información recopilada, aunque poco sorprendente, constata sospechas fundadas: el número de sistemas de reconocimiento facial se ha incrementado de manera importante durante los últimos años, su finalidad principal es la vigilancia del espacio público y los procesos de auditorías externas para fiscalizar el funcionamiento de los sistemas casi no está considerando en ninguna parte, ni hablar de estudios de impacto en derechos humanos. Tampoco sorprende la dificultad para acceder a información básica respecto a las tecnologías utilizadas y sus proveedores, que ha sido la tónica en la mayoría de los esfuerzos realizados en la región a la hora de lidiar con este tipo de políticas públicas. Por ello es destacable el esfuerzo por recopilar información sobre proveedores y los países en los que operan. Una cuestión llamativa es una tendencia a la adopción de tecnologías por medio de donaciones, característica de algunas empresas chinas.
Pero más allá de la información recogida en el estudio (disponible además en un sitio web especialmente dispuesto para ello, que pueden visitar aquí), llama la atención cómo la región parece ir a contrapelo de la tendencia mundial, donde se parece haber alcanzado algún consenso respecto de la necesidad de tomar medidas contra este tipo de tecnologías, al menos hasta tener mayor certeza de sus efectos negativos y cómo sopesarlos desde una perspectiva de derechos humanos. Pero a pesar de la declaración de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, las distintas localidades que han impuesto moratorias o prohibiciones de utilizar sistemas de reconocimiento facial hasta incluso el anuncio de Facebook de dejar de utilizar el sistema de reconocimiento facial en su plataforma, parece ser que esas noticias no han llegado a los oídos de los tomadores de decisiones en América Latina.
La pregunta es qué es lo que se requiere para poder hacer entender tanto a las autoridades como a la población en general sobre la necesidad de tomarnos este asunto en serio, cuando parece haber conciencia de los riesgos, existe experiencia internacional relevante, declaraciones de organismos internacionales y, sin embargo, la región parece un campo cada vez más fértil para la implementación de este tecnologías de identificación biométrica para cualquier cosa.
https://www.derechosdigitales.org/17128/cuerpos-y-datos-