Ojalá estemos ante un parto y no un portazo
por Patricio Fernández 19 diciembre, 2021

Los convencionales entendemos que no da lo mismo quién gane. Gabriel Boric ha estado comprometido con el proceso constituyente desde el 15 de noviembre en que se acordó y, José Antonio Kast, en contra desde ese mismo momento. Hay quienes temen que un triunfo de Boric despierte nuevamente en la Convención esas pasiones arrolladoras que la primera vuelta contuvo, que la moderación y la búsqueda de acuerdos amplios retroceda ante el entusiasmo ganador y que, ensoberbecidos, muchos olviden los temores, el cansancio y la demanda por orden y estabilidad que de algún modo reflejaron los resultados de esa votación anterior. Kast preferiría volver atrás. Boric espera asumir la tarea de enfrentar el futuro con todos sus nuevos retos. Como la Convención Constituyente, si gana, requerirá el máximo de complicidades. Lo que se viene no es fácil. Ninguna minoría basta. Ninguna ayuda sobra. A medida que se amplía la democracia, es más difícil gobernarla.
Llegó el día de las elecciones. Muchos encienden la televisión apenas despiertan y comienzan a participar así de una jornada que comienza igual a todas las otras de su especie, para terminar con una sorpresa. Incluso cuando no hay dudas de quién ganará, el resultado tiene siempre algo de revelación. Es como en las agonías: se sabe que la muerte llegará de un minuto al otro, pero cuando lo hace, abisma. Lo mismo sucede con los partos.
Yo prefiero no prender la televisión hasta la tarde, cuando se acercan los conteos. Es conocido el guión que los antecede: los candidatos tomando desayuno, algún canal los acompaña en el auto camino de su centro de votación, las cámaras buscando políticos y personalidades que llegan a sufragar, de pronto estalla algún escándalo -una pelea menor convertida en notición, la rabieta de un borracho, alguien que llegó sin su carnet de identidad y no se resigna a obedecer-, gente de la calle y expertos de todo tipo que intentan llenar el vacío provocado por la ansiedad. Aunque a veces la inquietud vuelve el silencio insoportable, y el murmullo de la pantalla acompaña. Es raro lo que pasa en Chile: hay un bajísimo nivel de participación, pero esa mitad que lo hace debe constituir una de las comunidades más politizadas del mundo. Para quienes formamos parte ella, como escribió Alejandro Zambra, “es imposible no hablar de política: se parece demasiado a no hablar”.
Los convencionales entendemos que no da lo mismo quién gane. Gabriel Boric ha estado comprometido con el proceso constituyente desde el 15 de noviembre en que se acordó y, José Antonio Kast, en contra desde ese mismo momento. Hay quienes temen que un triunfo de Boric despierte nuevamente en la Convención esas pasiones arrolladoras que la primera vuelta contuvo, que la moderación y la búsqueda de acuerdos amplios retroceda ante el entusiasmo ganador y que, ensoberbecidos, muchos olviden los temores, el cansancio y la demanda por orden y estabilidad que de algún modo reflejaron los resultados de esa votación anterior. Difícil anticipar los comportamientos humanos (suelen sorprender), pero si alguno lo hiciera estaría pensando más en sí mismo que en el éxito de su gobierno y en el arranque virtuoso de la etapa política que se abrirá con él y con la nueva constitución.
Pero hay más. Este domingo termina una nueva semana territorial. La verdad, ésta vez las cuentas públicas no fueron tan activas como el mes pasado. Algunos se dedicaron a hacerle campaña a sus candidatos -unos a Kast y otros a Boric-, pero la mayor parte, viendo que el tiempo apremia, hemos entrado en un trabajo vertiginoso de confección de normas constitucionales. Las reuniones con asesores, expertos, colectivos y miembros de las diversas comisiones se han sucedido hasta altas horas de la noche, incluyendo este fin de semana. En la mayoría de los casos se trata de borradores que sus autores presentan para discutir en grupos, buscando apoyo y correcciones. Ya no se trata de divagaciones ni declaraciones de principios, sino de un trabajo muchísimo más aplicado y repleto de ribetes técnicos. Cada palabra importa, pero no como en la poesía, dónde ojalá detone infinidad de significados capaces de llevar a los lectores en direcciones muy diversas, sino como en los Mandamientos, donde el mensaje aspira a ser inequívoco, así el legislador a cargo de concretarlo pueda elegir distintos caminos a lo largo del tiempo para conseguirlo. Como en la poesía, sin embargo, es mejor menos que más. No somos los llamados a cerrar la historia, sino a abrir un nuevo capítulo de ella.
Kast preferiría volver atrás. Boric espera asumir la tarea de enfrentar el futuro con todos sus nuevos retos. Como la Convención Constituyente, si gana, requerirá el máximo de complicidades. Lo que se viene no es fácil. Ninguna minoría basta. Ninguna ayuda sobra. A medida que se amplía la democracia, es más difícil gobernarla. Y a eso estamos llamados. Mejor la sorpresa de un parto.
Fuente: https://www.elmostrador.cl
Argentina: Chubut y la degradación social e institucional que provoca la megaminería
A espaldas de la sociedad, con represión, con degradación institucional, con corrupción política: así se impone la megaminería en casi todo el mundo. No por casualidad es la actividad extractiva más resistida en el planeta, en América Latina, en Argentina. Oposición que se ha incrementado en contextos de escasez hídrica, como el actual, en plena crisis climática.
Hace años que venimos advirtiendo que la megaminería no sólo es sinónimo de contaminación ambiental sino también de una gran degradación social e institucional. Lo que ocurre en la provincia de Chubut es una demostración cabal de ello.
Chubut y la degradación social e institucional que provoca la megaminería
Maristella Svampa y Enrique Viale
A espaldas de la sociedad, con represión, con degradación institucional, con corrupción política: así se impone la megaminería en casi todo el mundo. No por casualidad es la actividad extractiva más resistida en el planeta, en América Latina, en Argentina. Oposición que se ha incrementado en contextos de escasez hídrica, como el actual, en plena crisis climática.
Hace años que venimos advirtiendo que la megaminería no sólo es sinónimo de contaminación ambiental sino también de una gran degradación social e institucional. Lo que ocurre en la provincia de Chubut es una demostración cabal de ello. En Chubut hubo un plebiscito, en 2003 donde el 82% de la población de Esquel dijo NO a la Mina, y la primera ley provincial del país que prohibía la minería a cielo abierto con uso de sustancias tóxicas. Luego, ante la insistencia de los diferentes gobiernos y corporaciones, hubo también dos iniciativas populares (con decenas de miles de firmas de ciudadanxs), primero en 2014, y más recientemente otra, en 2020-2021, en plena pandemia, cuyo objetivo era el de reforzar la ausencia de licencia social para la minería. Iniciativas populares que mostraron la perseverancia de la ciudadanía chubutense en los dispositivos institucionales, pese al comportamiento corrupto de muchos de sus legisladores, que lograron obturar su tratamiento en las dos ocasiones. Pese ello, la lucha popular y democrática lleva casi 20 años resistiendo, activa y de manera informada, las embestidas de la megaminería.
Sin embargo, la aprobación de la actividad sin licencia social siguió avanzado, cometiendo los atropellos institucionales más indignantes. Justo hace un año se viralizó el video de una cámara oculta que mostraba a un diputado provincial solicitando dinero para apoyar el ingreso de la mineria a la provincia. Este 15 de diciembre, ese mismo diputado estuvo presente en la legislatura provincial -como si no hubiese habido ningún delito previo- y votó a favor, consumando de ese modo su parte del “trato”, en favor del ingreso de la actividad extractiva.
Leila Lloyd Jones, otra diputada provincial, aseguró en un audio -que también se viralizó- que la coima a los legisladores en Chubut para habilitar la minería a gran escala “es de 10 millones de pesos”. Luego ratificó estos dichos ante la Justicia, para lo cual aportó elementos de prueba e incluso señaló a Guillermo Corneo, el abogado del actual gobernador Mariano Arcioni, como el gestor del cohecho.
Todo este manoseo institucional y moral no nos sorprende. En 2014, en otro embate minero, se difundió la fotografía del celular de un diputado provincial recibiendo instrucciones de cómo redactar una ley, de parte del CEO de una transnacional minera, en plena sesión parlamentaria. La foto recorrió el mundo como símbolo de la corrupción política y del fuerte lobby de las corporaciones. Por unos años los sectores promineros se mantuvieron en silencio, avergonzados. Luego, favorecidos por la impunidad, volvieron a beber las aguas del olvido, para ir a la carga una vez más, y refrendar que en Chubut las grandes mineras, literalmente, pretenden redactar las normas.
Fue así que la Legislatura de Chubut con el apoyo del Ejecutivo provincial y en una sesión sin previo aviso, burlando la voluntad de una sociedad alerta y movilizada desde hace tantos años, decidió habilitar la zona de la meseta central para desarrollar la megaminería. No habían pasado 24 horas todavía, que el gobernador Arcioni presuroso promulgó la ley. Las compañías mineras ya deben estar bajando las maquinarias hacia la meseta. De eso se trata: de hacer tabula rasa –pues la corrupción política y el lobby empresarial en este país no se penalizan-, y de ir rápido, golpeando de manera inesperada, blindando al poder, antes de que la población salga a cortar los caminos con sus pretensiones antiguas de democracia, defendiendo el agua escasa y los territorios cada vez más indefensos.
¿Si Chubut es una provincia con un solo gran río, si la escasez hídrica es ya una realidad acuciante, qué sucederá entonces cuando avance la minería, que es una actividad sedienta de agua y de energía? Es sabido que la gran minería avanza sobre los territorios y entra en competencia con otras actividades por la utilización del agua, la tierra, energía y otros recursos. Para extraer los minerales diseminados en grandes extensiones de territorio, esta actividad se realiza a cielo abierto, con el uso de demenciales cantidades de energía, explosivos, agua y sustancias extremadamente tóxicas para separar la roca del mineral. Un ejemplo nos sirve de muestra: La Alumbrera, en Catamarca, otra provincia con escasez hídrica, tiene autorizado la utilización de más de 86 millones de litros de agua dulce por día, mucho más que el consumo total provincial y, a su vez, en materia eléctrica representa el 85% del consumo de la energía de toda la provincia. Catamarca muestra hoy un paisaje socioeconómico desolador, a pesar de más 20 años de actividad.
En Chubut, miles de personas salieron a las calles en defensa de los territorios y el agua. Inmediatamente después, llegó la represión, con balas de gomas y detenciones. Según el CELS desde que el gobierno de Chubut presentó el proyecto de ley en el año 2020, la respuesta recurrente fue la represión sistemática de las protestas, la detención arbitraria de manifestantes y los allanamientos a las casas de asambleístas. Además, se identificaron personas infiltradas con el objetivo de generar disturbios en las protestas. Así, a los tiros, a la fuerza y manipulando las instituciones, la provincia es el modelo modelo por excelencia de la máxima que dice “A más extractivismo, menos democracia y más represión”.
¿Y qué hay del principio de no regresividad de las leyes? Claramente la ley de zonificación que aprobaron los diputados en Chubut es un retroceso en materia de protección ambiental. Por lo tanto es cuestionable judicialmente por violar el principio de no regresión ambiental. Sin embargo, de modo maquiavélico, la legislatura buscó blindarse ya que en esta misma semana aprobó: 1) la designación de 3 nuevos jueces del Tribunal Superior de Justicia; 2) una reforma de Ley de amparo (con el objetivo de limitarlo); 3) La limitación de las medidas cautelares contra el Estado. Todo pensado, orquestado, planificado en la lógica de saqueo y la entrega. Como si fuese armado por el buffet de abogados de la empresa Panamerican Silver, que no se ha cansado de invertir en costosas acciones en favor de la minería. Según ha trascendido, la multinacional canadiense minera gastó 30 millones de dólares en Chubut entre 2013 y 2019, sin mover una roca.
El pueblo de Chubut saldrá a las calles. Las protestas no cesarán. “Se viene el Chubutazo”, anuncian ya desde varios lugares de la provincia, y aguarda un país demudado, que en medio de tanta indignación siente que no es posible avalar ni tragarse todo este entuerto antidemocrático gestado por el gobierno provincial, parte de la clase política y las corporaciones mineras. Porque ante la defensa de la vida, el agua, los territorios, ya no hay ciudadanía que aguante si no se respeta la voluntad popular y no se amplían los canales democráticos de representación. Deberían haberlo aprendido ya, después de lo ocurrido en Mendoza, con la gran pueblada en defensa del agua de fines de 2019.
Publicado originalmente en El Diario Argentina