★ Apuntes del día: Negacionismo de la violación
★ Crueldad: pedagogías y contra-pedagogías // Rita Segato
★ El Pentágono pone a 8.500 militares en alerta maxima por posible intervención en Ucrania
★ Guatemala condena a exparamilitares por violaciones a mujeres indígenas
Apuntes del día: Negacionismo de la violación
Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Cuando una persona denuncia que la robaron, no suele suceder que se instale una discusión poniendo en duda su palabra. Cuando alguien presenta lesiones y denuncia una agresión, tampoco es frecuente que mucha gente sospeche que miente. Ante la denuncia de violación por parte de una mujer, las reacciones sociales son distintas y eso es parte de un grave problema.
El domingo hubo una llamada al 0800 4141, habilitado para denuncias confidenciales sobre violencia de género, que se pueden realizar en forma anónima. La Policía fue al lugar que se le indicó y encontró a una mujer de 30 años en estado de shock, que fue trasladada a un centro de asistencia.
Ella declaró que había sido violada y el examen médico halló lesiones que así lo indicaban. Dijo que había ido a un apartamento con un hombre y mantenido relaciones sexuales con él, y que varios hombres más irrumpieron en el dormitorio y la violaron. La Policía detuvo a tres personas en el apartamento y, según supo la diaria, la información de que dispone Fiscalía ratifica el testimonio de la víctima.
El sistema judicial opera con los protocolos y garantías del debido proceso. Los tres detenidos se negaron a que se les tomaran muestras de ADN y esto deberá hacerse por orden judicial, para obtener un insumo muy importante con miras a eventuales imputaciones por autoría, coautoría o complicidad, con o sin agravantes. No sabemos si las habrá para los tres, para otras personas o para ninguna. En cualquier caso, es otro el problema que podemos y debemos abordar hoy.
Apenas se conoció la noticia, comenzó un tipo de comentarios que se ha vuelto habitual en estos casos, para poner en duda la existencia de un delito muy grave y, aun entre quienes aceptan que se cometió, para responsabilizar a la víctima. Es imposible saber si todas las personas que se expresan de este modo lo hacen convencidas de lo que afirman, o si hay cierto número de ellas que lo considera una provocación divertida. Sólo podemos señalar que en el segundo caso la canallada sería mayor.
Los derechos sexuales de las personas incluyen, como cualquier otro derecho, la libertad de ejercerlos en la medida en que no lesionen otros derechos, sin sufrir por ello ningún tipo de violencia. Y cualquier acto sexual sin consentimiento es violencia, más allá de que cuadre o no en una tipificación penal, de que sea posible contar con la evidencia necesaria para formalizar una acusación y disponer una condena, o de que el sistema judicial proceda como establecen las leyes.
La víctima de un robo puede haber sido descuidada o cuidadosa. Esta variable no la hace más ni menos víctima. Una persona muerta por un balazo intencional no es más ni menos víctima de homicidio por lo que dijo o hizo antes de que le dispararan. Que alguien alegue que se lo buscaron debería ser socialmente intolerable, y por lo general lo es, aunque algunas cosas están cambiando, para peor, con las normas que justifican pegarle un tiro a alguien porque entró a un galpón.
Para las mujeres violadas las cosas no están cambiando para peor: están muy mal desde hace demasiado tiempo, y la resistencia a que cambien es parte de la violación.
Hasta mañana.
Fuente: https://ladiaria.com.uy

Crueldad: pedagogías y contra-pedagogías // Rita Segato
Llamo pedagogías de la crueldad a todos los actos y prácticas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar lo vivo y su vitalidad en cosas. En ese sentido, esta pedagogía enseña algo que va mucho más allá del matar, enseña a matar de una muerte desritualizada, de una muerte que deja apenas residuos en el lugar del difunto. La trata y la explotación sexual como practicadas en los días de hoy son los más perfectos ejemplos y, al mismo tiempo, alegorías de lo que quiero decir con pedagogía de la crueldad. Es posible que eso explique el hecho de que toda empresa extractivista que se establece en los campos y pequeños pueblos de América Latina para producir commodities destinadas al mercado global, al instalarse trae consigo o es, inclusive, precedida por burdeles y el cuerpo-cosa de las mujeres que allí se ofrecen.
Cuando hablo de una pedagogía de la crueldad me refiero a algo muy preciso, como es la captura de algo que fluía errante e imprevisible, como es la vida, para instalar allí la inercia y la esterilidad de la cosa, mensurable, vendible, comprable y obsolescente, como conviene al consumo en esta fase apocalíptica del capital. El ataque sexual y la explotación sexual de las mujeres son hoy actos de rapiña y consumición del cuerpo que constituyen el lenguaje más preciso con que la cosificación de la vida se expresa. Sus deyectos no van a cementerios, van a basurales.
La repetición de la violencia produce un efecto de normalización de un paisaje de crueldad y, con esto, promueve en la gente los bajos umbrales de empatía indispensables para la empresa predadora. La crueldad habitual es directamente proporcional a formas de gozo narcísico y consumista, y al aislamiento de los ciudadanos mediante su desensitización al sufrimiento de los otros. Un proyecto histórico dirigido por la meta del vínculo como realización de la felicidad muta hacia un proyecto histórico dirigido por la meta de las cosas como forma de satisfacción[1].
La sujeción de las personas a la condición de mercancía impuesta a las mayorías por el carácter precario del empleo y del salario, así como el retorno y expansión del trabajo servil, semi-esclavo y esclavo, también son parte de lo mismo. La predación de territorios que hasta hace poco permanecían como espacios de arraigo comunal, y de paisajes como inscripciones de la historia, es decir, como libros de historia, para su conversión en commodities por la explotación extractivista en las minas y el agro-negocio son facetas de esa cosificación de la vitalidad pachamámica. Incluyo aquí también la alienación, robo o cancelación de la fluencia del tiempo vital, encuadrado ahora, encarcelado, por los preceptos del capital -competitividad, productividad, cálculo de costo/beneficio, acumulación, concentración-, que confiscan la fluencia que llamamos “tiempo” en la que toda vitalidad está inmersa. La pedagogía de la crueldad es, entonces, la que nos habitúa a esa disecación de lo vivo y lo vital, y parece ser el camino inescapable de la modernidad, su último destino.
El paradigma de explotación actual supone una variedad enorme de formas de desprotección y precariedad de la vida, y esta modalidad de explotación depende de un principio de crueldad consistente en la disminución de la empatía de los sujetos. Como he afirmado en otras oportunidades[2], el capital hoy depende de que seamos capaces de acostumbrarnos al espectáculo de la crueldad en un sentido muy preciso: que naturalicemos la expropiación de vida, la predación, es decir, que no tengamos receptores para el acto comunicativo de quien es capturado por el proceso de consumición. Expropiar el aliento vital pasa a ser visto como un mero trámite que no comporta dolor, que no puede comunicarse, un acto maquinal, como cualquier consumición. Es por eso que podemos decir que la estructura de personalidad de tipo psicopático, no vincular, defectiva en lo que respecta a emociones y sentimientos, es la personalidad modal de nuestra época por su funcionalidad a la fase actual extrema del proyecto histórico del capital: la relación entre personas vaciada y transformada en una relación entre funciones, utilidades e intereses.
Es muy difícil encontrar las palabras adecuadas para describir lo que no es nada, la nada marmórea restante del proceso de consumición y obsolescencia en que se ha transformado la vida en los centros de la modernidad. ¿Acaso no percibimos que todas las obras de la más nueva tecnología inician su proceso de degradación apenas erigidas? ¿No es éste, entonces, un ambiente mortuorio, de decadencia acelerada?
Naturalmente, las relaciones de género y el patriarcado juegan un papel relevante como escena prototípica de este tiempo. La masculinidad está más disponible para la crueldad porque la socialización y entrenamiento para la vida del sujeto que deberá cargar el fardo de la masculinidad lo obliga a desarrollar una afinidad significativa -en una escala de tiempo de gran profundidad histórica- entre masculinidad y guerra, entre masculinidad y crueldad, entre masculinidad y distanciamiento, entre masculinidad y baja empatía. Las mujeres somos empujadas al papel de objeto, disponible y desechable, ya que la organización corporativa de la masculinidad conduce a los hombres a la obediencia incondicional hacia sus pares –y también opresores-, y encuentra en aquéllas las víctimas a mano para dar paso a la cadena ejemplarizante de mandos y expropiaciones.
En este sentido, es muy importante no guetificar la cuestión de género. Esto quiere decir, no considerarla nunca fuera del contexto más amplio, no verla exclusivamente como una cuestión de la relación entre hombres y mujeres, sino como el modo en que esas relaciones se producen en el contexto de sus circunstancias históricas. No guetificar la violencia de género también quiere decir que su carácter enigmático se esfuma y la violencia deja de ser un misterio cuando ella se ilumina desde la actualidad del mundo en que vivimos.
El hombre campesino-indígena a lo largo de la historia colonial de nuestro continente, así como el de las masas urbanas de trabajadores precarizados, se ven emasculados como efecto de su subordinación a la regla del blanco, el primero, y del patrón, el segundo -patrón blanco o blanqueado de nuestras costas. Ambos se redimen de esta emasculación, de esta vulneración de su condición social, laboral, incompatible con las exigencias de su género mediante la violencia. Ante el avance de la pedagogía de las cosas, como también podríamos llamarle a la pedagogía de la crueldad, el hombre indígena se transforma en el colonizador dentro de casa, y el hombre de la masa urbana se convierte en el patrón dentro de casa. En otras palabras, el hombre del hogar indígena-campesino se convierte en el representante de la presión colonizadora y despojadora puertas adentro, y el hombre de las masas trabajadoras y de los empleos precarios se convierte en el agente de la presión productivista, competitiva y operadora del descarte puertas adentro.
A esto se le agrega la expansión de los escenarios de las nuevas formas de la guerra en América latina, con la proliferación del control mafioso de la economía, la política y de amplios sectores de la sociedad. La regla violenta de las pandillas, maras, sicariatos y todos los tipos corporaciones armadas que actúan en una esfera de control de la vida que he caracterizado como para-estatal atraviesa e interviene el ámbito de los vínculos domésticos de género, introduce el orden violento circundante dentro de casa. Es imposible hoy abordar el problema de la violencia de género y la letalidad en aumento de las mujeres como si fuera un tema separado de la situación de intemperie de la vida, con la suspensión de las normativas que dan previsibilidad y amparo a las gentes dentro de una gramática compartida.
Al hablar de la pedagogía de la crueldad no podemos olvidarnos de mencionar a los medios masivos de información, con su lección de rapiña, escarnio y ataque a la dignidad ejercitadas sobre el cuerpo de las mujeres. Existe un vínculo estrecho, una identidad común, entre el sujeto que golpea y mata a una mujer y el lente televisivo. También forma parte de ese daño la victimización de las mujeres a manos de los feminicidas como espectáculo televisivo de fin de tarde o de domingos después de misa. Los medios nos deben una explicación sobre por qué no es posible retirar a la mujer de ese lugar de víctima sacrificial, expuesta a la rapiña en su casa, en la calle y en la sala de televisión de cada hogar, donde cada una de estos feminicidios es reproducido hasta el hartazgo en sus detalles mórbidos por una agenda periodística que se ha vuelto ya indefendible e insostenible.
A partir de lo dicho, ¿cómo entonces concebir y diseñar contra-pedagogías capaces de rescatar una sensibilidad y vincularidad que puedan oponerse a las presiones de la época y, sobre todo, que permitan visualizar caminos alternativos? Son cuatro los temas que vinculo a la posibilidad de instalar en el mundo esas contra-pedagogías. Me referiré a ellos de forma muy sucinta y aforística, más que nada como una convocatoria para juntar esfuerzos y seguir debatiendo. El texto de las clases podrá dar pistas para entender mejor lo que propongo.
- La contra-pedagogía de la crueldad tendrá que ser una contra-pedagogía del poder y, por lo tanto, una contra-pedagogía del patriarcado, porque ella se contrapone a los elementos distintivos del orden patriarcal: mandato de masculinidad, corporativismo masculino, baja empatía, crueldad, insensibilidad, burocratismo, distanciamiento, tecnocracia, formalidad, universalidad, desarraigo, desensitización, limitada vincularidad. El patriarcado, como he afirmado anteriormente[3], es la primera pedagogía de poder y expropiación de valor, tanto en una escala filogenética como ontogenética: es la primera lección de jerarquía, aunque la estructura de esa jerarquía haya ido mutando en la historia[4].
- La experiencia histórica de las mujeres podrá sentar el ejemplo de otra forma de pensar y actuar colectivamente. Una politicidad en clave femenina es –no por esencia sino por experiencia histórica acumulada[5]-, en primer lugar una política del arraigo espacial y comunitario; no es utópica sino tópica; pragmática y orientada por las contingencias y no principista en su moralidad; próxima y no burocrática; investida en el proceso más que en el producto; y sobre todo solucionadora de problemas y preservadora de la vida en el cotidiano.
- Las mujeres hemos identificado nuestro propio sufrimiento y hablamos de él. Los hombres no han podido hacerlo. Una de las claves del cambio será hablar entre todos de la victimización de los hombres por el mandato de masculinidad y por la nefasta estructura corporativa de la fratria masculina. Existe violencia de género intra-género, y la primera víctima del mandato de masculinidad son los hombres: obligados a curvarse al pacto corporativo y a obedecer sus reglas y jerarquías desde que ingresan a la vida en sociedad. Es la familia la que los prepara para esto. La iniciación a la masculinidad es un tránsito violentísimo. Esa violencia va más tarde reverter al mundo. Muchos hombres hoy se están retirando del pacto corporativo, marcando un camino que va a transformar la sociedad. Lo hacen por sí, en primer lugar. No por nosotras. Y así debe ser.
- De una forma esquemática es posible decir que existen dos proyectos históricos en curso en el planeta, orientados por concepciones divergentes de bienestar y felicidad: el proyecto histórico de las cosas y el proyecto histórico de los vínculos, dirigidos a metas de satisfacción distintas, en tensión, y en última instancia incompatibles. El proyecto histórico centrado en las cosas como meta de satisfacción es funcional al capital y produce individuos, que a su vez se transformarán en cosas. El proyecto histórico de los vínculos insta a la reciprocidad, que produce comunidad. Aunque vivamos inevitablemente de forma anfibia, con un pie en cada camino, una contra-pedagogía de la crueldad trabaja la consciencia de que solamente un mundo vincular y comunitario pone límites a la cosificación de la vida.
[1] Para una extensión sobre el tema, ver “La pedagogía de la crueldad”, entrevista que di a Verónica Gago publicada en Las 12, Página 12, Buenos Aires, 29 de mayo de 2015
[2] “Patriarcado: del borde al centro. Disciplinamiento, territorialidad y crueldad en la fase apocalíptica del capital”en La Guerra contra las mujeres. Madrid: Traficantes de Sueños, 2016
[3] Ver Las estructuras elementales de la violencia Buenos Aires: Prometeo, 2003 y 2013.
[4] Ver La Crítica de la Colonialidad en Ocho Ensayos y una Antropología por Demanda, Buenos Aires: Prometeo, 2015
[5] Ver “Manifesto in Four Themes” in Critical Times 1/1, 2018 (de próxima aparición)
Este texto forma parte del nuevo libro de Rita Segato, que será presentado en la Feria del Libro de Buenos Aires el día 6 de mayo a las 16hs.
El Pentágono pone a 8.500 militares en alerta máxima al tiempo que EE.UU. advierte que Rusia se está preparando para invadir Ucrania
El Pentágono ha puesto a 8.500 soldados en alerta máxima para un potencial despliegue en Europa del Este debido a las inquietudes de que Rusia podría pronto invadir Ucrania. Estados Unidos y sus aliados de la OTAN han acusado a Rusia de desplegar a 100.000 militares cerca de la frontera con Ucrania, pero Rusia niega estar planeando una invasión. El lunes, la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, se pronunció al respecto.
Secretaria de Prensa Jen Psaki: “Tenemos la obligación sagrada de respaldar la seguridad de nuestros países del flanco oriental. Creo que es importante que recordemos quién es el agresor en esta situación. No es Estados Unidos. No son estos países del flanco oriental. Es Rusia, que ha acumulado a decenas de miles de tropas en la frontera con Ucrania”.
Esto se produce al tiempo que otros países de la OTAN planean enviar más tropas, buques y aviones de combate a Europa del Este. El lunes, el Kremlin acusó a Estados Unidos y a la OTAN de intensificar las tensiones en la región. Mientras tanto, se siguen llevando a cabo negociaciones para resolver la crisis, y funcionarios de Rusia, Ucrania, Francia y Alemania tienen programado reunirse el miércoles en París.
Guatemala condena a exparamilitares por violaciones a mujeres indígenas en la década de 1980
En Guatemala, cinco exparamilitares han sido declarados culpables de crímenes de lesa humanidad y condenados a décadas de prisión por agredir sexualmente a decenas de mujeres indígenas achí en la década de 1980. El fallo histórico se produce después de años de lucha por parte de sobrevivientes y partidarios. Las mujeres no pudieron presentar denuncias penales por las atrocidades cometidas hasta el año 2011. Transcurrió más de una década desde los hechos hasta que los exmiembros de lo que se conocían como Patrullas de Autodefensa Civil fueran juzgados, lo que ocurrió a principios de este mes. La patrulla estaba compuesta por varios grupos armados, reclutados por el Ejército de Guatemala, que contaba con el respaldo de Estados Unidos. Las sobrevivientes dijeron que los soldados reunieron a todos los hombres de su aldea y los desaparecieron antes de violar y agredir a las mujeres. Una de las sobrevivientes que testificó en el juicio tenía solo 12 años cuando fue víctima de violación.