✭1) Los niños padres
✭2) Cuidar la potencia // Comité Invisible
✭3) “Haití es un laboratorio de las nuevas formas de dominación en Latinoamérica”
✭4) “La problemática de la deuda es hoy más importante que 30 o 40 años atrás” por Eric Toussaint
✭5) ¿Por qué debería cancelarse la deuda de Ucrania?
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Los niños padres

Por Alfredo Grande
(APe).- La siniestra crueldad que implica la existencia de las denominadas “niñas madres” ha sido debatida. Pero no lo suficiente. Entre otras cosas peores, es un eufemismo, una atroz forma de potabilizar su verdadero significado que es “niñas ultrajadas”. Violadas en cuerpo y alma. Y a ese horror, que ni siquiera es excepcional, la cultura represora lo recubre con una cobertura miserable. Apela a la sensiblería cursi y reaccionaria de la pureza y blancura de lo maternal.
Lamento no haber encontrado el artículo de un descerebrado que pretendía explicar cómo era no sólo posible sino también necesario, que la niña se entregara a esa experiencia de crear vida. Desde ya, omitiendo que la vida de la niña como niña quedaba amputada y que, por mandato de su majestad la biología, debía rendir culto a una preñez no deseada. Pero el deseo, para la cultura represora, es un daño colateral. Como no se puede prohibir desear, entonces intenta y casi siempre consigue, infinidad de mandatos para desear lo que nos destruye la vida. Mientras destruye el consumo, promueve el consumismo. Lo que origina el crecimiento exponencial del endeudamiento y del enculpamiento.
Una niña embarazada es una niña violada. Y un embarazo no deseado no es un embarazo: es una implantación. La conocida expresión “embarazo no deseado” debería haber sido continuada para intentar subvertir su determinismo. Por ejemplo: y por lo tanto no lo llamamos embarazo sino “fertilización invasiva”. No podemos inventar conceptos nuevos con palabras viejas.
El pasaje de los lazos de sangre a los lazos por afinidad lo hemos denominado “familiaridad”. La palabra familia está impregnada de valores patriarcales no removibles. Sugiero no utilizarla. Pero una cosa lleva a otra cosa, una palabra lleva a otra palabra y un concepto lleva a otro concepto.
Freud lo denominó “asociación libre”. ¿Libre de qué? De cultura represora. Desde ya, no de una sola vez y menos para siempre. Setenta veces siete y más también.
Al pensar en “niñas madres” asocié con “niños padres”. Me aparto totalmente de la ritualización biologicista de la vida, tan cultivada por la miseria reaccionaria. El concepto alude al concepto de nuevas familiaridades.
Los “niños padres” son niños que están obligados a sobreadaptarse para ejercer funciones de cuidado, abrigo, alimentación, de hermanas, hermanos o amigos de menor edad. En otros tiempos, cuando el padre se marchaba, a veces a la guerra, a veces a las formas más bizarras de paz, le decía al hijo menor: “ahora sos el hombre de la casa”. Frase saturada de estereotipos patriarcales.
El mandato de “niño hombre” se actualiza en una dimensión de infinita crueldad con el mandato del “niño padre”. En esa forma de paternidad que la cultura represora instala, hay tanto espanto que no pocas veces anula el amor.
La guerra cultural solamente podremos intentar ganarla, cuando dejemos de utilizar las palabras y los conceptos que la cultura represora implantó en nuestros cerebros. Y no decir más que nos lavan el cerebro cuando en realidad lo ensucian con prisa y sin pausa.
Fuente: https://www.pelotadetrapo.org.ar
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Cuidar la potencia // Comité Invisible
La tradición revolucionaria está afectada por el voluntarismo como por una tara congénita. Vivir orientado hacia el mañana, marchar hacia la victoria, es una de las extrañas maneras de aguantar un presente del que no se puede disimular su horror. El cinismo es la otra opción, la peor, la más banal. Una fuerza revolucionaria de este tiempo velará en cambio por el incremento paciente de su potencia. Habiendo sido esta cuestión reprimida durante mucho tiempo bajo el anticuado tema de la toma del poder, nos encontramos relativamente desprovistos cuando tratamos de abordarla. Nunca faltan los burócratas para saber exactamente lo que esperan hacer con la potencia de nuestros movimientos, es decir, cómo pretenden convertirlos en un medio, un medio para sus fines. Pero de la potencia en cuanto tal no tenemos costumbre de ocuparnos. Sentimos confusamente que existe, percibimos sus fluctuaciones, pero la tratamos con la misma desenvoltura que reservamos a todo lo que atañe a lo «existencial».
Un cierto analfabetismo en la materia no es extraño a la textura deteriorada de los medios radicales: cada pequeña empresa grupuscular cree neciamente, comprometida como está en una patética lucha por minúsculas partes del mercado político, que saldrá reforzada por haber debilitado a sus rivales, calumniándolos. Es un error: se gana en potencia combatiendo a un enemigo, no rebajándolo. El antropófago mismo vale más que todo esto: si se come a su enemigo es por- que le estima lo bastante como para querer nutrirse con su fuerza.
A falta de poder sacar partido de la tradición revolucionaria en este tema, podemos remitirnos a la mitología comparada. Sabemos que Dumézil, en su estudio de las mitologías indoeuropeas, alcanza su famosa tripartición: «Más allá de los sacerdotes, los guerreros y los productores, se articulan las “funciones” jerarquizadas de soberanía mágica y jurídica, de fuerza física y principalmente guerrera, y de abundancia tranquila y fecunda». Dejemos de lado la jerarquía entre las «funciones» y hablemos más bien de dimensiones. Nosotros diremos esto: toda potencia tiene tres dimensiones, el espíritu, la fuerza y la riqueza. Es una condición para el crecimiento de la potencia mantener las tres dimensiones juntas.
En cuanto potencia histórica, un movimiento revolucionario es el despliegue de una expresión espiritual (bajo una forma teórica, literaria, artística o metafísica), de una capacidad guerrera (orientada hacia el ataque o la autodefensa) y de una abundancia de medios materiales y de lugares. Estas tres dimensiones se han compuesto de manera diversa en el tiempo y en el espacio, dando nacimiento a formas, sueños, fuerzas e historias siempre singulares. Pero, cada vez que una de estas dimensiones ha perdido el contacto con las otras para autonomizarse, el movimiento ha degenerado. Así, ha de- generado en vanguardia armada, en secta de teóricos o en empresa alternativa. Las Brigadas Rojas, los situacionistas y las discotecas (perdón, los «centros sociales») de los Desobedientes son las fórmulas típicas del fracaso en materia de revolución.
Velar por el propio incremento de potencia exige a toda fuerza revolucionaria el progreso simultáneo en cada uno de estos planos. Quedarse trabado en el plano ofensivo significa finalmente carecer de ideas lúcidas y volver insípida la abundancia de medios. Dejar de moverse teóricamente es tener la seguridad de verse tomado por sorpresa por los movimientos del capital y perder la capacidad de pensar la vida en nuestros espacios. Renunciar a construir mundos con nuestras manos es condenarse a una existencia de espectro.
«¿Qué es la felicidad? El sentimiento de que la potencia crece; de que un obstáculo está a punto de ser superado», escribía un amigo.
Devenir revolucionario es asignarse una felicidad difícil, pero inmediata.
Fuente:https://lobosuelto.com/
“Haití es un laboratorio de las nuevas formas de dominación en Latinoamérica”
Haití fue el primer país independiente de las Américas y el primero del mundo que abolió la esclavitud. Desde entonces, como decía Galeano, “es un país arrojado al basural por eterno castigo de su dignidad”. Su historia condensa un largo derrotero de golpes, injerencias y ocupaciones que lo convirtieron en el territorio más saqueado y empobrecido de la región. Hoy, esa dominación desde el Norte se ejerce mediante el eufemismo de la “intervención humanitaria” y tiene como elemento novedoso la proliferación de las bandas narco-criminales, un modelo de control social ya exitoso en Colombia, México y Centroamérica que se expande silenciosamente en toda América Latina. En las últimas dos semanas, la guerra entre pandillas dejó al menos 39 personas asesinadas y ocho desaparecidas; desde enero a marzo se registraron 225 secuestros, un 58% más que en 2021; y, según organismos de DD HH, unas 9000 personas han sido desplazadas de los tres municipios que rodean la capital Puerto Príncipe.
Tiempo Argentino analizó la etapa que atraviesa el país caribeño con Camille Chalmers, economista, docente universitario y reconocido dirigente popular, coordinador de la Plataforma para el Desarrollo Alternativo de Haití (PAPDA), quien estuvo en el país para la asamblea de la articulación continental ALBA Movimientos.
–Vienen denunciando que en los últimos años se impuso la “gangsterización” de Haití. ¿Desde cuándo y cómo se expresa este esquema de violencia criminal en la vida cotidiana?
–A partir de 2010 comenzó una nueva etapa en la vida política de Haití gobernada por la extrema derecha y dirigida explícitamente desde Washington, que tiene como objetivo fundamental frenar el proceso de movilización popular que siempre es muy fuerte en el país. Ya es el tercer presidente de este partido de extrema derecha, el PHTK. Estuvo Michel Martelly, luego Jovenel Moïse y, tras su asesinato, Ariel Henry.
Todos sin ninguna legalidad ni legitimidad porque fueron electos de manera fraudulenta. Un punto central de esta etapa es el brutal proceso de destrucción de las instituciones. El otro elemento clave es esto de la gangsterización del país. La consolidación de las bandas armadas, sobre todo en los barrios populares, que organizan masacres y aterrorizan a la población. Bandas paramilitares que han logrado controlar una parte importante de Puerto Príncipe, que además bloquearon la conexión entre la capital y tres departamentos, y a diario organizan secuestros obstaculizando así toda vida democrática. Incluso, la vida social está muy paralizada por esto.
–¿Cuál sería el principal objetivo de este entramado paramilitar y a qué intereses responde?
–El principal objetivo es bloquear el proceso de movilización social, impedir toda participación política real. Logran atemorizar y paralizar a la población para que se puedan imponer sin resistencia estos gobiernos impopulares, ilegítimos, que la única manera que tienen de permanecer es a través de estos métodos antidemocráticos, a través de la fuerza, utilizando a la policía, lo que queda del Ejército y, sobre todo, a estas bandas paramilitares. El objetivo, entonces, es instalar el terror, romper el tejido social, los lazos de confianza y todo posible proceso de resistencia, como el que se manifestó con fuerza en las calles en los tres últimos años. Expulsar al pueblo de todo el juego político y facilitar la ejecución del proyecto económico para seguir saqueando los recursos del país y ser un apéndice de los intereses de las trasnacionales norteamericanas y europeas. En Haití hay recursos importantes, por ejemplo hay un gran yacimiento de oro que quieren explotar en la frontera con Dominicana y hay multinacionales que ya invirtieron, entonces están construyendo el contexto político que permita hacer eso sin resistencia. Es un proyecto económico bien claro que necesita un poder autoritario y un alto grado de represión.
–¿Cuáles son los vínculos de estas bandas con el poder político local y extranjero?
–Hay una conexión muy clara, demostrada, entre estas bandas y los sectores de poder. Están articuladas a este proyecto de extrema derecha. Y son grupos que tienen financiamiento y armamento que viene de EEUU. Muchos de sus líderes son haitianos que han sido repatriados por EEUU, pertenecen a las redes transnacionales del crimen organizado, con altos niveles de formación militar. En resumen, tienen vínculos comprobados con el gobierno haitiano, son dirigidos desde Washington y tienen además el apoyo de la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos. Es el mismo modelo que se utilizó en Centroamérica con los escuadrones de la muerte, y más recientemente muy vinculado al tráfico de drogas en Colombia y México.
–¿Cómo jugó este “modelo gangsteril” en el magnicidio de Jovenel Moïse en julio del año pasado? ¿Qué se sabe hasta el momento?
–En verdad, no hay elementos para saber exactamente qué es lo que pasó. Lo que sabemos es que hubo participación de las agencias de seguridad de EEUU, de la CIA, de mercenarios colombianos y de sectores de la extrema derecha local, en una pugna por el control del narcotráfico y los sectores estratégicos de la política. Ese asesinato intervino justo en un momento de gran movilización popular y fue utilizado para frenar esa acumulación de las fuerzas progresistas introduciendo confusión en el sentir de la población, porque la extrema derecha utilizó el cadáver de Moïse para presentarlo como un mártir, como un héroe nacional que nunca fue.
–¿Cuál es tu reflexión y mensaje para América Latina en cuanto a lo que implica la problemática haitiana en clave regional? Y ¿qué les dirías a los presidentes del creciente polo progresista latinoamericano?
–Es muy importante tomar conciencia de que lo que está pasando en Haití es un laboratorio de las nuevas formas de intervención, control y dominación en América Latina. Y muchos gobiernos de la región han sido cómplices de esta situación con las tropas de ocupación de la MINUSTAH, que solo dejaron destrucción, muertes, enfermedades, miseria y violaciones. La utilización de los ejércitos de la región fue clave en el deterioro de la situación institucional de Haití, entonces hay una responsabilidad, hay un deber de reparación, hay un deber de solidaridad y un deber para construir soluciones conjuntas. Es imprescindible que los pueblos de América Latina apoyen las luchas del pueblo haitiano. Precisamos más solidaridad, más difusión y más presencia aquí para construir un Caribe autónomo, soberano y libre de la dominación estadounidense. Y a los gobiernos progresistas les diría que entiendan que su porvenir dependerá, sobre todo, de la profundización de los procesos integracionistas.
Tiempo Argentino
Éric Toussaint: “La problemática de la deuda es hoy más importante que 30 o 40 años atrás”
Una charla a fondo con el historiador y economista belga sobre la significación e historia del endeudamiento externo. Y también sobre las alternativas, vistas desde una perspectiva latinoamericana.
Historiador y economista belga, especialista en la problemática de la deuda y la mundialización neoliberal, Éric Toussaint fundó en 1990 y es actualmente el portavoz de la red internacional del Comité para la abolición de las deudas ilegítimas (también conocido como CADTM, por la sigla que forma el nombre original, luego modificado: Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo). Este comité es una de las articulaciones a nivel global más importantes en el cuestionamiento de la financiarización y sus efectos en el capitalismo contemporáneo. A su paso por Buenos Aires para participar de diferentes reuniones sobre la negociación llevada adelante por el gobierno argentino con el FMI, tuvimos la oportunidad de conversar con él sobre la significación e historia del endeudamiento externo y las alternativas desde una perspectiva latinoamericana.
Aunque la problemática de la deuda tiene una larga historia, ciertamente puede reconocerse una novedad y vinculación entre la expansión del endeudamiento, los procesos de financiarización y la etapa neoliberal actual del capitalismo. Particularmente, en las últimas décadas se habla de un nuevo ciclo de incremento de la deuda. ¿Cuál es tu opinión sobre ello?
Hay una dimensión financiera sumamente importante en el capitalismo de hoy en día; acentuada en el contexto de la larga depresión —como la llama Michael Roberts— iniciada en 2007 y que se prolonga hasta hoy, lo que Mandel llamó “la onda larga depresiva”. Financiarización, acumulación y utilización de la deuda para mantener vivas a miles de lo que Roberts llama “empresas zombies”. Particularmente, las deudas públicas son instrumentos para disciplinar a los gobiernos y mantenerlos dentro de la lógica del sistema capitalista. Y esto además se está agudizando. Por ejemplo, en el marco de la pandemia en Europa y en Estados Unidos, para solventar el mayor gasto público se recurrió al incremento del endeudamiento en vez de aumentar los impuestos sobre los sectores más ricos. Pensemos, por ejemplo, que la deuda de Grecia representa hoy un 230% del PBI, la de Italia 170%, la de Portugal 140%, la de Bélgica o Francia, 115%. Son mucho más elevadas que las de Argentina o Brasil. Una explosión de deuda. Y ahora, en nombre de su pago, se plantea una nueva ofensiva de reformas estructurales, al mercado del trabajo, las jubilaciones, etcétera. Por otra parte, las deudas de las clases populares también aumentaron tremendamente, una expoliación con tasas de interés sumamente altas; es una manera de disciplinarlas y disminuir su disponibilidad a luchar. Es mucho más difícil declararse en huelga con suspensión de salario, si tienes que pagar también una deuda. Al mismo tiempo, por supuesto, como lo mostró Chile, eso lleva al pueblo a una situación tal que en un momento dado no aguanta más y puede estallar una rebelión. Por eso, para nosotros, la problemática de la deuda es hoy más importante incluso que treinta o cuarenta años atrás.
En ese sentido, la actual renegociación del crédito que el FMI otorgó al gobierno de Macri no es excepcional sino en todo caso alumbra una situación regional y global. ¿Considerás que hay riesgo de una nueva crisis de deuda en América Latina y, en general, a nivel global?
Sí, efectivamente hay riesgo de una nueva crisis. Por el momento, dos elementos la están posponiendo. Por una parte, aunque los bancos centrales del Norte están elevando la tasa de interés, esta sigue todavía por debajo del incremento de la inflación. Eso permite que los países del Sur puedan seguir logrando refinanciar sus deudas; es decir, que puedan tomar más deuda para pagar las anteriores. Por otra parte, el aumento de los precios de las materias primas, por ejemplo petróleo y gas, hace que países que estaban en default, como Venezuela, reciban nuevamente más ingresos con el barril a más de 100 dólares. Estos factores —tasas de interés bajas por ahora y precios altos, que favorecen a los exportadores de materias primas– evitan esa crisis de pago. Pero los volúmenes de la deuda son tales y la presión sobre la Reserva Federal de Estados Unidos para seguir aumentando la tasa es tan fuerte que el peligro está presente. La Reserva se había comprometido a elevar la tasa un 0,25% por mes para alcanzar a fin de año una tasa de más de 1%; probablemente la crisis con Rusia obligue a posponer estos incrementos, pero de avanzar con ello el riesgo de una nueva crisis existe, ya que una tasa de interés mayor promovería una repatriación de capitales hacia Estados Unidos –y a Europa si sigue ese camino– y aumentaría la prima de riesgo que tendrían que pagar los países endeudados. Entonces, no hay una crisis hoy pero existen condiciones para ello.
Los propios organismos financieros internacionales, así como el G20 o el Club de París, han reconocido la gravedad de este problema y planteado la reducción de la deuda en algunos casos. ¿Qué pensás sobre estas propuestas?
Esas iniciativas del Banco Mundial, el FMI, el Club de París son totalmente insuficientes; y lo dicen también los propios países endeudados. Son un fracaso. Incluso el aumento de los derechos especiales de giro (DEG) decidido por el FMI es un fiasco. Como ese aumento es proporcional a la cuota que le corresponde a cada país en el FMI, una vez más son los países del Norte los que reciben la mayor porción de estos DEG. Por otra parte, se habían comprometido a cederlos a los países del Sur, pero no lo hicieron, y cuando conceden algo consiste en utilizar sus derechos de giro para prestarlos cobrando intereses cuando estos países reciben esos derechos gratis. Es un escándalo.
En relación con ello, la crisis de deuda de principios de los años 80 culminó en la imposición del llamado “Consenso de Washington” en la región, con sus terribles consecuencias. ¿Coincidís, como a veces se dijo aquí, que el Fondo ha cambiado y que ya no promueve las mismas recetas?
No, siguen con el mismo modelo y lo hemos visto en Ecuador en 2019. Convencieron a Lenin Moreno de implementar un plan que incluía el aumento del precio de los combustibles, lo que provocó una rebelión popular. Moreno tuvo que huir de Quito y refugiarse en Guayaquil esperando controlar la situación, incluso utilizando la represión; pero finalmente se vio obligado a dar marcha atrás con el incremento. Hay que recordar también, por ejemplo, la rebelión en el Líbano iniciada en 2018, que se prolongó durante un año y medio y que fue contra el FMI y las élites locales. Hay una situación extremadamente tensa hoy mismo en Sri Lanka, en Asia del Sur, contra el FMI y también con respecto a otros acreedores como China. Entonces, el FMI no ha cambiado su modelo y, por el contrario, su política se ha enfrentado con rebeliones e intensas protestas en los últimos años a lo largo del Sur del mundo.
En esta dirección, ¿en qué medida es novedoso el acuerdo alcanzado por el gobierno argentino?
En el caso de la renegociación argentina hay algo novedoso, pero no lo veo como positivo. Al contrario, me parece más sofisticado y perverso. Más allá de que en el acuerdo no figuran explícitamente las gran mayoría de las llamadas reformas estructurales, tiene todo el armamento para impulsarlas con el monitoreo permanente de las metas fiscales comprometidas y los desembolsos parciales que tiene que ir autorizando a riesgo de default. No anuncian claramente lo que quieren, pero tienen cómo ejercer un chantaje sobre el gobierno para conseguirlo. El FMI, aún en el contexto de la pandemia y de la crisis internacional, no ha modificado en nada sus recetas, que siguen siendo el recorte del gasto social, la reducción del aparato y la capacidad de intervención estatal y las reformas estructurales que profundizan el modelo. Sobre ello hay además numerosos ejemplos de los acuerdos firmados por el FMI en los últimos tres años.
En relación con la deuda argentina, has señalado su origen ilegal y su carácter de deuda odiosa. Ese mismo argumento se ha utilizado para cuestionar las deudas externas en otros casos. ¿Cuál es el origen de ese argumento? ¿Hay antecedentes en los que se haya impugnado efectivamente la deuda?
Sí, hay una gran cantidad. México en 1862. Estados Unidos después de la guerra civil en 1865. México otra vez en 1867 contra la deuda a Francia (que había invadido México y puesto a Maximiliano como emperador). En 1898, después de la guerra entre Estados Unidos y España por Cuba y Puerto Rico. El repudio de los Soviets en febrero de 1918 de la deuda zarista. El repudio por el Congreso costarricense en 1919 de la deuda contratada por Tinoco. El tratado de Versalles de junio de 1919, donde se dice que la deuda de Polonia con Alemania no tiene que ser pagada y lo mismo respecto de los territorios controlados por Alemania en África. Eso generó la doctrina de la deuda odiosa, que formuló por primera vez un jurista conservador ruso exiliado en París. Luego hubo otros repudios de deuda, por ejemplo en 1949 por parte de China, y en 1959 por parte de Cuba. Incluso, en 2003, una semana después de la invasión de Estados Unidos a Irak, el secretario de Estado de Finanzas convocó a los ministros del Club de París miembros del G7 y les dijo que la deuda tomada por Saddam Hussein era una deuda odiosa y había que otorgar una quita. Habló explícitamente de deuda odiosa. Hoy en día hay un juicio en Londres sobre la deuda reclamada por Rusia a Ucrania. Este juicio estaba parado, pero ahora con la guerra seguro se acelerará el proceso, vamos a ver cual va a ser la conclusión. El propio FMI ha publicado varios documentos sobre el tema de la deuda odiosa. La doctrina señala que una deuda puede considerarse odiosa por dos criterios: uno tiene que ver con el uso que se hizo de esa deuda, si contribuyó a beneficiar a la sociedad y al país o no; el segundo remite al conocimiento que tenían los prestamistas del uso que se iba a hacer y a las condiciones de pago del crédito otorgado. En la doctrina de la deuda odiosa, la naturaleza del régimen que tomó la deuda no importa, puede ser un gobierno democrático o una dictadura; lo que importa es su uso y la complicidad de los prestamistas. En relación con esto, el Fondo añadió un nuevo criterio a los dos que figuraban en la doctrina original, que afirma que la deuda que puede considerarse “odiosa” es aquella que no contó con el consentimiento de la población.
En el marco de los procesos de cambio experimentados en la región a posteriori de la crisis económica de principios de los 2000 hubo también experiencias de renegociación de deuda. Vos incluso participaste asesorando sobre ello al gobierno ecuatoriano. ¿Qué puede rescatarse de esa experiencia?
Sí, en 2007 el gobierno de Rafael Correa instituyó una comisión de auditoría con participación ciudadana, de cuatro órganos del Estado (Ministerio de Finanzas, de Justicia, la Contraloría y la Comisión Anticorrupción) y de seis extranjeros entre los cuales estaban Alejandro Olmos y yo. Yo era responsable junto con una colega ecuatoriana de la parte multilateral (FMI, Banco Mundial); y Alejandro Olmos junto a otra especialista se encargaban de la parte comercial (los tenedores de bonos privados y fondos de inversión). Había también otro grupo responsable de la deuda bilateral y otro de la deuda interna. Nuestra recomendación fue desconocer la deuda con el FMI y con el BM, pero ambas representaban un monto pequeño. El gobierno de Correa prefirió elegir confrontar con los tenedores de bonos que reclamaban 3000 millones a una tasa de interés del 7%. Fue correcto elegir el enemigo principal y una victoria para el Ecuador que le permitió reducir la deuda. Al FMI se le dijo que debía abandonar las oficinas del Banco Central y se suspendió el suministro permanente de datos de la gestión económica. Incluso al representante permanente del Banco Mundial se lo expulsó. Es importante tener en cuenta que cuando estos organismos enfrentan una situación de confrontación en general tratan de silenciar el tema, porque hacer ruido es dar la posibilidad al gobierno de explicarlo a todo el mundo y que alguien más siga su ejemplo. Recordemos que cuando Argentina suspendió el pago de deuda al Club de París en 2001, este no hizo ningún escándalo, hasta llegar doce años después a un acuerdo en 2013. Entonces, Correa entró en conflicto con los acreedores y venció. No hubo ninguna represalia, no hubo juicios en Estados Unidos, el problema vino luego.
En base a esa experiencia y a la de la crisis de los 80, ¿cuáles son los desafíos que afrontan los pueblos latinoamericanos hoy?
Si pensamos en una posible crisis de deuda, a diferencia de los 80, Fidel no está y no hay nadie que pueda reemplazarlo, e incluso Cuba no es la misma. Las elecciones de los últimos años y las rebeliones en Colombia, en Chile, en Ecuador, entre otros países, señalan que las clases populares siguen queriendo cambios fundamentales. Desde la victoria de López Obrador en México hasta la de Xiomara Castro en Honduras es claro que cuando una fuerza política logra presentarse como capaz de llegar al gobierno con un discurso de ruptura con el neoliberalismo, hay chances de ganar las elecciones. Al mismo tiempo, se ve con Castillo [en Perú] y se va a ver con Boric en Chile una autolimitación de los gobiernos; no hay comparación con Chávez, con el Correa del primer período, con Morales. No hay medidas contra las transnacionales en términos impositivos como las hubo antes, ni sobre el tema de la deuda. Recordemos que Correa llegó a suspender el pago de la deuda externa, así como Venezuela, Bolivia y Ecuador salieron del CIADI y se negaron a firmar tratados de libre comercio con EE. UU. y la Unión Europea. La negociación desarrollada por el gobierno de Alberto Fernández no se corresponde con la estrategia desplegada por el gobierno de Kirchner a principios de los 2000. Es problemático el desfase entre la voluntad de las clases populares por encontrar fuerzas políticas que construyan una ruptura con el neoliberalismo y que llegadas al gobierno —sea por incapacidad o deliberadamente— prolongan el neoliberalismo con matices.
En los años 2000 también era muy significativo el movimiento altermundialista, así como los movimientos globales contra la deuda. ¿Cuál es la situación hoy? ¿Cuál es la experiencia de la red del CADTM que vos impulsás?
A nivel general la situación es inquietante por la disgregación. Por otra parte, en el caso del CADTM puedo decir que hay un crecimiento en los últimos años. Celebramos nuestra Asamblea Mundial en Senegal en noviembre con la participación de delegaciones de dieciséis países de África; los latinoamericanos, asiáticos y europeos participaron en línea. Se incorporaron nuevas organizaciones, por ejemplo en América Latina, el Frente Ciudadano para la Auditoría de la Deuda de Puerto Rico; en México se constituyó la Promotora para la suspensión del pago de la deuda pública en la que participa, entre otros, el Sindicato Mexicano de Electricistas. En el marco más general del movimiento contra la deuda también ha habido pasos. En 2019, junto con Jubileo Sur Américas y de Asia [otra de las redes globales significativas en la lucha contra las deudas] y otras organizaciones, se convocó a una nueva “semana de acción global contra la deuda”, que fue importante. Sin embargo, hoy la invasión rusa y la guerra en Ucrania han planteado un nuevo debate al interior del campo, con dos tendencias opuestas que lo tensionan, entre los que defienden a Putin y los que defienden a la OTAN y a la Unión Europea, y que para mí repiten los mismos errores. Esta tensión puede paralizar el movimiento. No es para ser dramático, pero me hace pensar en agosto de 1914, cuando las fuerzas de izquierda europeas que se oponían a la guerra terminaron votando los “créditos de guerra” en cada uno de sus países. Eso es sumamente peligroso.
Frente a esta situación, donde el problema de la deuda se agrava, ¿cuáles son las propuestas y las alternativas que el movimiento impulsa?
La reivindicación principal sigue siendo la convocatoria a una auditoría de la deuda, particularmente como una propuesta para difundir y convocar a la gente y como un plan de movilización. Por otra parte, denunciamos —cuando corresponde— el carácter ilegal y odioso de la deuda. Desde una perspectiva estratégica es fundamental integrar todas las dimensiones de la deuda. Las deudas del Norte y el Sur; el endeudamiento público y las deudas reclamadas a las clases populares; las deudas de los estudiantes en Chile o en África del Sur pero también en Estados Unidos, Gran Bretaña o Japón; la deuda hipotecaria abusiva en países como Grecia, España, Portugal, Dinamarca, con la nueva burbuja inmobiliaria en los países del norte europeo; y claro, en Estados Unidos; también las deudas de consumo; deuda por pagar la salud; los microcréditos abusivos. Es necesario articular todas estas problemáticas de la deuda existentes en el capitalismo de hoy. Por eso, hace siete años cambiamos el nombre de nuestra red y pasamos de Comité por la Abolición de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM) a Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas. En 2016 cambiamos nuestra carta política y la actualizamos nuevamente en noviembre, en Dakar, con una perspectiva anticapitalista, feminista, ecosocialista, en defensa de los derechos de los LGBT.
Esta entrevista forma parte del cuaderno “La gran estafa: deuda, FMI y neoliberalismo”, en el marco de la colección Debates estratégicos de Nuestra América. El cuaderno fue realizado por el Observatorio de la Coyuntura de América Latina y el Caribe (OBSAL), dependiente del Instituto Tricontinental de Investigación Social. Puede leerse de manera íntegra aquí.
Fuente: https://www.alai.info/eric-toussaint-la-deuda-es-hoy-mas-importante-que-40-anos-atras/
Éric Toussaint
Sushovan Dhar: ¿A cuánto asciende la deuda pública de Ucrania y quiénes son los principales acreedores?
Eric Toussaint: La deuda externa de Ucrania, pública y privada, es de aproximadamente $ 130 mil millones, la mitad de esta deuda la debe el gobierno y la otra mitad el sector privado. El gobierno también tiene una deuda interna de más de $ 40 mil millones. La deuda externa pública en forma de valores soberanos ascendió a $ 20 mil millones en 2021, todos los cuales (hubo 14 emisiones de valores) se rigen por la ley inglesa y, en caso de disputa, se puede recurrir a los tribunales británicos. En 2021, la deuda con el FMI ascendía a más de 13.000 millones de dólares. La deuda con el Banco Mundial (BM), el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) y finalmente con el Banco Europeo de Inversiones (BEI) ascendía a más de 8.000 millones de dólares. Los montos a pagar en 2022 tanto de la deuda externa como interna son enormes e insostenibles ante la situación de guerra. Y finalmente, existe la deuda externa bilateral de Ucrania con China, Francia, Alemania, otros países de la UE, Estados Unidos y una deuda de 3.000 millones de dólares con Rusia. Desde el comienzo de la invasión rusa, la deuda pública de Ucrania ha aumentado significativamente porque el FMI y el Banco Mundial han otorgado un nuevo crédito de 5 mil millones, y otras instituciones financieras multilaterales también han otorgado créditos de emergencia. Y el gobierno emitió más de $2 mil millones en nuevos títulos de deuda, llamados bonos de guerra. y otras instituciones financieras multilaterales también han otorgado créditos de emergencia.
Sushovan Dhar: ¿Cuál es el trasfondo del endeudamiento de Ucrania?
Eric Toussaint: Permítanme contarles una breve historia del endeudamiento de Ucrania desde su independencia, hace poco más de treinta años cuando la Unión Soviética colapsó a fines de 1991. Ucrania no heredó ninguna deuda de la Unión Soviética, por lo que comenzó en una situación favorable pero en el proceso de una brutal restauración capitalista, los burócratas ucranianos que restauraron el capitalismo se beneficiaron a expensas de las arcas del Estado. Los oligarcas se enriquecieron extraordinariamente a expensas de los bienes del Estado, tal como sucedió en la Federación Rusa, Bielorrusia, Kazajstán, Tayikistán, etc. Si bien varios oligarcas se enriquecieron extraordinariamente, fueron apoyados por miembros del gobierno, quienes les permitieron adquirir propiedad pública por una miseria. El gobierno financió gran parte del presupuesto con deuda porque las personas más ricas de Ucrania apenas pagaban impuestos. El gobierno ucraniano recurrió sistemáticamente al endeudamiento, incluso de bancos privados creados por los oligarcas. Si bien los oligarcas se beneficiaron de todo tipo de ayudas del estado, prestaron parte de este dinero al mismo estado con una tasa de interés que les permitió obtener grandes ganancias.
Sushovan Dhar: ¿El gobierno recurrió también al endeudamiento externo?
Eric Toussaint: Sí, el gobierno recurrió al endeudamiento externo. Emitía títulos de deuda en los mercados financieros internacionales y también, tomaba prestado de bancos extranjeros. Pidió prestado al FMI y al Banco Mundial. La deuda aumentó constantemente desde la década de 1990 hasta la década de 2000. El FMI estableció condiciones al otorgar préstamos a Ucrania. La aplicación de la estrategia de choque, con medidas típicamente neoliberales: liberalización y promoción del comercio exterior, eliminación del control de precios de productos de primera necesidad, reducción de subsidios a artículos de primera necesidad consumidos por el pueblo trabajador, deterioro de toda una serie de servicios de primera necesidad. El FMI también promovió la rápida privatización de empresas estatales. Estableció objetivos cada vez más nuevos para la reducción del déficit público. El FMI ha agravado la inseguridad del mercado laboral al facilitar los despidos en los sectores público y privado. Los efectos de las políticas recomendadas por el FMI han sido desastrosos: un empobrecimiento extremo de la población, tanto que en 2015 Ucrania estaba en la parte inferior de la escala de todos los países europeos en términos de salarios reales.
Sushovan Dhar: ¿Hay una parte importante de la deuda de Ucrania ilegítima?
Eric Toussaint: La respuesta es sí: la gran mayoría de la deuda ucraniana, si no la totalidad, es ilegítima. No se contrató en interés de la población, se acumuló en interés del 1% más rico y de los acreedores internacionales; a expensas de un dramático deterioro de los derechos sociales y de las condiciones de vida de la población. Esto tuvo lugar antes del estallido de la guerra y la invasión rusa del territorio ucraniano que se produjo en dos ocasiones, en 2014 y en febrero de 2022.
Ya antes de las dos agresiones cometidas por la Federación Rusa liderada por Vladimir Putin en 2014 y 2022, la deuda reclamada a Ucrania era una deuda que no beneficiaba a la población y era absolutamente normal considerar que esa deuda no debía ser pagada por la población.
Sushovan Dhar: ¿Qué partes de la deuda deberían cancelarse como prioridad?
Eric Toussaint: La deuda reclamada por el FMI, que es con mucho la mayor entre las deudas multilaterales, debería cancelarse ya que ha desempeñado un papel directo en el proceso de destrucción gradual de la economía ucraniana y en el drástico deterioro de las condiciones de vida de una gran parte de la población ucraniana. El FMI también ha favorecido el enriquecimiento del uno por ciento más rico y fomentado el aumento de la desigualdad.
Debe abrirse un capítulo particular en el contexto de la deuda reclamada por Rusia a Ucrania. En diciembre de 2013, cuando Ucrania tenía como presidente a Viktor Yanukovych, quien estaba muy vinculado al régimen de Putin, la Federación Rusa convenció al Ministerio de Finanzas de Ucrania para que emitiera valores en la Bolsa de Valores de Dublín en Irlanda por un monto de 3 mil millones de dólares. Esta fue la primera emisión a la que se suponía que le seguirían otras para llegar gradualmente a los 15.000 millones de dólares. Así, la primera emisión de valores ascendió a 3.000 millones y todos los valores vendidos en Dublín fueron comprados por la Federación Rusa a través de una empresa privada que había establecido en Irlanda. La tasa de interés era del 5%. Al año siguiente, Rusia anexó Crimea, que hasta entonces formaba parte de Ucrania. El gobierno ucraniano cambió como resultado de las movilizaciones populares, cuya naturaleza exacta es discutible ya que hubo tanto una genuina rebelión popular como una intervención de la derecha y la extrema derecha. También existía la voluntad de las potencias occidentales de aprovechar el descontento popular. Es todo bastante complicado y no estoy en condiciones de hacer un análisis de la llamada Revolución Naranja.(?!!) El nuevo gobierno continuó durante un tiempo pagando la deuda con Rusia. En total, se pagaron 233 millones de dólares de intereses a Rusia. Luego, en diciembre de 2015, el gobierno decidió suspender el pago de la deuda. El nuevo gobierno continuó durante un tiempo pagando la deuda con Rusia. En total, se pagaron 233 millones de dólares de intereses a Rusia. Luego, en diciembre de 2015, el gobierno decidió suspender el pago de la deuda. El nuevo gobierno continuó durante un tiempo pagando la deuda con Rusia. En total, se pagaron 233 millones de dólares de intereses a Rusia. Luego, en diciembre de 2015, el gobierno decidió suspender el pago de la deuda.
En resumen, el gobierno ucraniano justificó la suspensión de pagos explicando que tenía derecho a tomar contramedidas contra Rusia porque esta última había atacado a Ucrania y anexado Crimea(?!!). Y, de hecho, según el derecho internacional, un estado tiene derecho a tomar contramedidas y suspender el cumplimiento de un contrato en tales circunstancias.
La Federación Rusa llevó el caso a los tribunales del Reino Unido en Londres. De hecho, se dispuso que los valores se emitieran de acuerdo con la ley inglesa y que, en caso de disputa, los tribunales británicos tendrían jurisdicción. Por lo tanto, Rusia presentó una denuncia contra Ucrania solicitando a los tribunales del Reino Unido que ordenaran a Ucrania que reanudara los pagos. El proceso se inició en 2016. Por el momento, los tribunales británicos aún no han emitido una sentencia definitiva, que debería pronunciarse en las próximas semanas o meses.
Hubo una primera sentencia, seguida de una apelación contra la sentencia. Luego, finalmente, se llevó a cabo una sesión en la Corte Suprema del Reino Unido el 11 de noviembre de 2021 (esta sesión se puede ver en su totalidad en el sitio web de la Corte Suprema del Reino Unido)
Cabe señalar que en un primer momento los magistrados británicos, en particular el magistrado principal que estuvo a cargo al inicio del proceso, no era otro que William Blair, hermano de Tony Blair, quien hasta hace poco tenía vínculos comerciales muy estrechos con la Rusia de Putin. Tendía a fallar a favor de Rusia ya que el poder judicial del Reino Unido quiere seguir siendo atractivo para los inversores. El hermano de Tony Blair emitió una sentencia en marzo de 2017 en la que no aceptaba una serie de argumentos evidentes presentados por Ucrania. [ 1 ]William Blair consideró que no había habido una coerción real de Rusia por parte de Ucrania. Consideró que no se trataba de un conflicto entre estados. Aceptó la afirmación de Rusia de que la empresa que compró los valores ucranianos (The Law Debenture Trust Corporation PLC) es una entidad privada. Sin embargo, en realidad, esta empresa actúa directamente en nombre de Rusia y es Rusia la que realmente compró todos los valores.
Posteriormente, el Tribunal de Apelación impugnó el fallo de William Blair y ahora el caso ha llegado a las etapas finales en el Tribunal Supremo.
Como Rusia invadió Ucrania a fines de febrero de 2022 con una gran pérdida de vidas y crímenes de guerra, es difícil prever que la Corte Suprema se ponga del lado de Rusia contra Ucrania en este caso. El juicio estará fuertemente influenciado por el giro dramático de los acontecimientos en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Si la Corte reconoce que Rusia ha ejercido coacción contra Ucrania y que Ucrania tiene derecho a tomar contramedidas, esto sentará un precedente y otros estados podrán invocar este precedente en su disputa con los acreedores. Entonces es un tema importante.
Sushovan Dhar: ¿Cuál es la posición del CADTM sobre la cancelación de la deuda de Ucrania?
Eric Toussaint: El CADTM considera que todas las deudas reclamadas a Ucrania deben ser canceladas. Estas son las deudas que están en manos de acreedores privados y que representan el 80% de la deuda externa, las deudas que reclaman el FMI y el Banco Mundial y otros organismos multilaterales, y las deudas que reclaman los estados, que se denominan deudas bilaterales. El CADTM al exigir la cancelación de la deuda de Ucrania de esta manera se une a una petición internacional lanzada después de la invasión de Ucrania por movimientos sociales y personas que están en Ucrania y resistiendo la invasión. Los firmantes de esta petición afirman correctamente: “El endeudamiento caótico y la condicionalidad antisocial de la deuda fueron el resultado de la oligarquía total: no dispuestos a luchar contra los ricos, los gobernantes estatales se endeudaron cada vez más. Los préstamos se emitieron en condiciones de recortes del gasto social, y su devolución obligó a economizar en necesidades vitales y aplicar austeridad a los sectores fundamentales de la economía”. Esto es suficiente para exigir la cancelación de la deuda de Ucrania.
Sushovan Dhar: ¿Qué está haciendo el gobierno ucraniano?
Eric Toussaint: De hecho, es muy importante hacer esta pregunta: ¿qué está haciendo el gobierno ucraniano? En lugar de suspender todos los pagos de la deuda para satisfacer las necesidades de la población y resistir la agresión externa, el gobierno ucraniano, en un enfoque puramente neoliberal, mantiene los pagos de la deuda, excepto la deuda reclamada por Rusia. Por lo tanto, estamos en una situación extremadamente grave. Si bien el gobierno debería suspender el pago de la deuda, está absolutamente decidido a seguir siendo creíble ante los ojos de los mercados financieros y de los distintos prestamistas, por lo que continúa destinando considerables sumas de dinero de su presupuesto para pagar los intereses de la deuda.
Lo que este gobierno también hace es pedir prestado más dinero. Emite bonos de guerra que se venden en los mercados financieros. Así que el gobierno ucraniano está aumentando la deuda, también ha incrementado sus solicitudes de crédito al FMI, al Banco Mundial, al Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, al Banco Europeo de Inversiones ya los acreedores bilaterales. Continúa implementando políticas neoliberales de austeridad antisocial, argumentando que se necesitan esfuerzos extraordinarios para lograr resistencia a la invasión rusa. El gobierno ha decretado que los trabajadores deben trabajar más tiempo; que deben tomar menos vacaciones; y ha facilitado que los patrones despidan trabajadores en medio de una situación de guerra. Creo que hay que denunciar la política del gobierno actual. Deberíamos adoptar un enfoque completamente diferente: suspender el pago de la deuda, pidiendo al país donde se encuentran los bienes de los oligarcas ucranianos que los expropie y los devuelva al pueblo ucraniano. Por supuesto, también es necesario expropiar a los oligarcas rusos y transferir sus activos a un fondo de reconstrucción de Ucrania bajo el control de los movimientos sociales. Pero, mientras la prensa internacional se centra precisamente en los oligarcas rusos, no hay razón para que el CADTM considere que los oligarcas ucranianos son aliados del pueblo ucraniano. La lucha de clases durante la guerra continúa. Los oligarcas ucranianos deben rendir cuentas y ser expropiados cuando en realidad, con la complicidad del gobierno ucraniano y las potencias extranjeras, continúan enriqueciéndose de una manera absolutamente vergonzosa.
El gobierno ucraniano también debería imponer un impuesto de guerra al 1% más rico para financiar el esfuerzo bélico. Se debe hacer una auditoría de la deuda con la participación de la ciudadanía porque la deuda ha alcanzado tales proporciones que es absolutamente inconcebible no nombrar a los responsables del endeudamiento totalmente temerario realizado por los gobiernos anterior y actual.
Fuente CADTM .
Notas al pie
[ 1 ] Véase el comentario de Monica Feria-Tinta y Alister Wooder, Lexology , “Sovereign Deuda ejecutoria en los tribunales ingleses: Ucrania y Rusia se reúnen en el Tribunal de Apelación en la disputa de USD 3 mil millones en Eurobonos” .
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Éric Toussaint es un historiador y politólogo que completó su Ph.D. en las universidades de París VIII y Lieja, es el portavoz internacional del CADTM (Comité para la Abolición de la Deuda Ilegítima) y forma parte del Consejo Científico de ATTAC Francia.
Es autor de Sistema de Deuda (2019), Bancacracia (2015); Mirada en el espejo retrovisor. Ideología neoliberal desde sus orígenes hasta el presente, Libros de Haymarket, Chicago; “Debt, the IMF, and the World Bank, Sixty Questions, Sixty Answers”, Monthly Review Press, Nueva York, 2010. Ha publicado extensamente en este campo. Es miembro de la dirección de la Cuarta Internacional .