(visto en zona Parque Rodó)
La ciudad de Montevideo se verticaliza
junio 2022
“El arte de habitar es una actividad que sobrepasa al alcance del arquitecto. No sólo porque es un arte popular, no sólo porque progresa por oleadas que escapan del control del arquitecto; no sólo porque su delicada complejidad lo sitúa fuera del horizonte de los simples biólogos y analistas de sistema; sino más que todo, porque no existen dos comunidades que hagan su hábitat de la misma manera. Hábito y habitar dicen casi lo mismo. Cada arquitectura vernácula…es tan única como el habla vernácula. El arte de vivir en su completud – es decir, el arte de amar y de soñar, de sufrir y de morir– vuelve único cada estilo de vida…” Iván Illich
Parecería que ha llegado a Montevideo el tiempo de la invasión masiva de torres de apartamentos inteligentes, que como reza alguna publicidad exhorta a vivir la nueva era ¡Cambiando tu vida ahora! El mercado de ofertas está en su máxima extensión y las promociones resaltan los descuentos, la oportunidad de inversión, el confort, la vista, la ubicación de los mismos y las amenities (áreas de ocio). Algunas de las propuestas son: con parrillero o con cochera, sala cowork, piscina, sala de yoga, etc. Llama la atención la proliferación de estas torres, todas puestas en el mercado casi en forma simultánea y en distintos barrios de Montevideo. De toda evidencia estamos asistiendo a un intenso proceso de verticalización de la ciudad, resta a ver si luego de la verticalización tendremos espacios vitalizados o precarizados. No podemos dejar de asociar este proceso como parte de la gentrificación. Estamos perdiendo la ciudad, los inversionistas provocan el desplazamiento de la población en un proceso que llevará a un crecimiento de los suburbios y una exclusión de amplios sectores de la población. Se pierde la horizontalidad dejando lugar solamente a vías rápidas de circulación de un punto a otro.
¿Montevideo necesitaba de verticalidad? pensamos que no, lo que Montevideo necesita es preservar, cuidar sus espacios públicos de uso común; necesita que sus habitantes se apropien en su gestión colectiva. Montevideo necesita vivienda digna, integración, cohabitación armoniosa. No necesitamos de inversores, los inversores necesitan de nuestro suelo para sus ganancias especulativas. Tampoco es aceptable una ciudad que expulsa y excluye, lo que vemos a diario en la ciudad, cuerpos que deambulan con hambre , frío y sin techo, todos forman parte de la creciente población considerada los nadie. Esto es, humanos sin morada, sin hogar, sin futuro. Son el espejo en donde debemos mirarnos como sociedad.
Volvamos a las torres , los precios que se promocionan rondan en los 90.000 dólares hacia arriba y pocos por debajo de esa suma. ¿A qué población se apunta? ¿Si todos son compradores, a quienes alquilarán? Se especula con los jóvenes de la nueva clase media, los millenium, con una propensión al consumo desenfrenado, con un gusto por las cosas lisas y transparentes, funcionales, con el trabajo incluido en la vivienda sin tener que desplazarse entre otras cosas. En realidad mucho nos hace pensar que estamos frente a una burbuja inmobiliaria que frente a cualquier viento de los mercados, caerá de la misma manera que pasó en España en el 2008.
Montevideo pierde, se pierde, lo poco que va quedando de sus construcciones más típicas muchas de ellas en estado de abandono cederán el paso a las nuevas capsulas habitacionales en donde encerrados en ellas, sus locatarios o propietarios ya no necesitaran el demorarse por las calles del barrio ni tampoco necesitaran del vecino o del pequeño bolichito.
Hay tres cosas que se desarrollan en paralelo en Uruguay: los espacios de cárceles, los asentamientos, los espacios-torres y barrios privados para las élites.
En 1951 el filósofo Martín Heidegger escribió Sentido y Esencia del habitar y nos dice “Habitar es estar en contacto y en una relación indisociable con cuatro dimensiones: tierra, cielo, divinos y mortales” .
“En el hogar el ser humano imprime todo su arte de vivir, sella huellas culturales” Gandhi
Sentimos que en el mundo de la política estos asuntos ni se piensan, lo que nos lleva a bregar por más filósofos, gente de pensamiento que no esté amarrada al poder y que puedan nutrirnos al menos del deseo de pensar desde un nosotros mismos. La estrategia debería ser el amor y la libertad; esto es algo que nos dejó como aprendizaje la visita a la Olla popular de Palermo en Montevideo. Allí vimos vecinos del equipo de la olla mirando a los ojos a las personas con una sonrisa en el rostro, una actitud de escucha amorosa y todo ello le hace mucha falta a nuestra sociedad. Mientras las torres se multiplican en la ciudad y se promueve una vida separada de la vida en algunos metros cuadrados con vistas espectaculares para contemplar desde lejos los espacios que ya no se habitan, hay manos solidarias que multiplican la comida, que arriman solidaridad. Invitamos a todos a pasar por ellas y meter mano, compartir la mesa y el pan.
Opinar desde afuera, sin la experiencia no sirve, este es el momento de pelear desde lo propio por lo propio. Citamos algunas referencias de la cultura de los Aymaras que bien haríamos en inspirarnos en ellas en vez de seguir abrazando la cultura globalizada de lo insípido, hueco, lo igual prefabricado como los espacios de los edificios inteligentes.
El Ayllu surge en el siglo v de nuestra era en la meseta de los Andes, estos eran espacios en cuyo interior se produce toda una economía de la vida, se teje un tipo de relaciones sociales, se instituyen prácticas de principios y valores de convivencia social.
La pregunta aquí es ¿cómo articular todas las redes barriales e inter barriales en espacios comunales no institucionalizados y auto organizados? en todo caso la gente en los barrios sabe hacer y sabe organizarse.
Es el tiempo de tomar en manos la ciudad y habitarla, para ello deberemos eludir todo lo que excluye y segrega como los son los obstáculos que aparecen en la ciudad un poco en todas partes y que tienen el cometido de impedir o incomodar a quienes buscan al fin del día un lugar en donde dormir. De todas estas cosas deberíamos inmiscuirnos, para que la horizontalidad y expansión de la vida sean posible en una ciudad de todos.
Sandra Petrovich