Revista ALTERNATIVAS-🌟-n° 727

  Los problemas de fondo del Perú no se van a resolver con cambios normativos ni de personas

  La Casa Blanca admite que volteó y saboteó gobiernos de otros países

✮  La Paz y El Alto: La regeneración.   X  Raúl Zibechi

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Los problemas de fondo del Perú no se van a resolver con cambios normativos ni de personas

En La Mula TV, Iván Lanegra señaló que el adelanto de elecciones generales no puede hacerse sin un mínimo de reformas para que la situación pueda mejorar.

Fuente: LAMULA.PE

Los problemas más profundos del Perú están relacionados con la forma en la que está organizada la sociedad y no se van a resolver de inmediato cambiando de normas o de políticos, señaló, este jueves, el politólogo Iván Lanegra.

En La Mula TV, Lanegra señaló que la crisis actual que afecta al país conforma en realidad «síntomas de un problema más profundo, que no es de ahora, sino que viene de hace varias décadas» en un proceso progresivo de destrucción de las condiciones mínimas para poder discutir la cosa pública en el Perú.

«La discusión sobre las cosas de interés público han ido perdiendo poco a poco espacio, actores, organización y capacidad de articulación. Ha sido un proceso de deterioro continuo durante décadas. Lo que estamos viendo es una etapa más, posiblemente con mayores problemas, pero una etapa más de ese proceso», dijo Lanegra en el programa ‘Al Filo’.

El secretario general de la Asociación Civil Transparencia aclaró que la respuesta a estos problemas de fondo no es sencilla.

«No podemos pensar que si cambiamos algunas reglas, algunas leyes, inclusive si cambiamos artículos de la Constitución, esto automáticamente va a cambiar ese proceso porque tiene que ver con otras cosas que están en el fondo, como la manera en la que está organizada la sociedad peruana», dijo Lanegra.

En entrevista con Javier Torres, el politólogo mencionó que hay problemas que no se han resuelto en el Perú como la relación entre Lima y el resto del país; problemas vinculados con la manera en la que los sectores informales e ilegales tienen una dinámica notoria y con un peso cada vez mayor en las decisiones en diversos campos que afectan al país. «Eso, sin contar toda discusión sobre la capacidad del Estado y la posibilidad para que las políticas se cumplan», precisó.

«Entonces, toda esa agenda enorme, no se va a responder ni se va a resolver con cambios normativos, menos con cambios de personas. Eso no va a cambiar esas condiciones», señaló.

Luego de iniciar el proceso, será momento de la construcción de ideas, de planes y estrategias que tienen que ser integrales e involucrar a actores muy diversos para ir mirando cómo cambiar las condiciones y decidiendo por dónde empezamos, qué cosa hay que hacer primero, qué cosa hay que impulsar, señaló Lanegra.

En tercer lugar, mencionó, está la coyuntura, que tiene que ver más con responsabilidades personales y actores concretos, donde se cruzan determinadas líneas y condiciones, que se las pone la ley y la política. Pero, cuando no cumplen con elementos mínimos, se ven obligados a renunciar, a dejar los cargos, se tienen nuevas elecciones para el Congreso y eso ya lo hemos vivido, recordó Lanegra.

«Hay un problema enorme de incomprensión. Hay una desconexión grande de los medios de comunicación, la cantidad de estereotipos que hay sobre lo rural. Por ejemplo, toda esta discusión que hubo sobre las rondas campesinas, que fue una suma de ignorancias, una sobre otra, en lugar de aclarar cualquier discusión sobre el tema de lo rural y las transformaciones que hay, se terminó volviendo a discusiones que parecían sacadas de algún mal cuento costumbrista de inicios de siglo. Era una cosa que no ayudaba en nada. Si eso pasa con algo así, imaginemos con otros fenómenos», señaló el politólogo.

En ese sentido, lamentó que la concentración de los actores con voz que está acá en Lima tape las cuestiones que están pasando en otras zonas del país como las muertes constantes de dirigentes indígenas que están ocurriendo como consecuencia del choque con esos poderes que se mencionaron anteriormente (economías ilegales).

«Y luego está todo el tema del financiamiento político, que está llegando a los partidos a través de estos actores, cosa que en la campaña pasada estuvimos empezando a generar condiciones para que estas normas se apliquen, pero el Congreso ha empezado a reducir las sanciones, a reducir las condiciones para que la Onpe pueda hacer un trabajo adecuado», señaló.

Lanegra precisó que es necesario ver a largo y mediano plazo, y considerar que no todo debe pasar por el Legislativo.

«Hay cosas que se pueden impulsar desde actores como el propio sistema electoral, actores vinculados con la sociedad civil, que pueden actuar independientemente del Congreso porque si solamente nos avocamos a cambios normativos, nos quedamos en el Congreso y se acabó», dijo.

Además, señaló Lanegra, en ningún lugar los Parlamentos o los tribunales han promovido los cambios. Al respecto, mencionó el caso de Estados Unidos (EEUU), donde sus tribunales han sido conservadores y «solamente grandes movilizaciones sociales terminaron cambiando las cosas».

«Hay otro camino, pero el problema es que para que la movilización tenga sentido, no puede ser una movilización reactiva, que solamente ocurra frente a un hecho puntual y acaba cuando esa cuestión también termina», precisó.

En ese sentido, hizo referencia a que la eliminación de la reelección no ayuda, sino que se ha convertido en un problema más, ya que no solo ha sido a nivel parlamentario, sino también de autoridades locales.

«Eso genera problemas también de aprendizajes. Pero por otro lado también, hay que reconocerlo, las organizaciones de la sociedad civil, se han enfocado cada quien en su tema, se han especializado en sus áreas, muchas veces enfocadas en políticas públicas, pero el tema estrictamente político ha sido como dejado, más allá de la reacción frente a la coyuntura, tampoco es una cantera de líderes políticos, que debería serlo porque es un elemento fundamental», señaló.

Muestra de ello es que, por ejemplo, ya no hay líderes sindicales como en décadas pasadas. Al respecto, Lanegra señaló que estos no se forman de la nada, sino que son resultado de un proceso social con condiciones para que esos liderazgos sociales se formen.

«Si esos no están presentes ahora, hay que trabajar en construirlos. No surgen por generación espontánea, sino por un proceso que tiene que trabajarse, y eso va a demorar», dijo.

«Tenemos un escenario en el cual muchas de las cosas que necesitamos no van a surgir inmediatamente, pero seguramente habrá que combinar esto con respuestas a la coyuntura, siendo consciente que ninguna de esas respuestas va a resolver los problemas de fondo, pero tomando en cuenta que tiene que haber algún tipo de respuesta bajo situaciones de emergencia que van a ir surgiendo», explicó.

Coalición ciudadana

Ante ello, Iván Lanegra explicó que se ha formado una coalición ciudadana para empezar a articular a actores muy diversos, que no han tenido el tema de la política como el centro de su acción, y empezar a nuevamente establecer lazos con actores de múltiples zonas del país y empezar a conversar sobre las cuestiones de fondo, sobre los temas de fondo que necesitamos rehacer para que la política vuelva a funcionar. A partir de ello, explicó, se busca establecer agenda ciudadana, de acción, considerando que se debe tener paciencia, pero estando preparados para, eventualmente, reaccionar frente a la coyuntura como, por ejemplo, cuando se propone el adelanto de las elecciones generales, pero también se señala que eso no puede hacerse sin un mínimo de reformas de cambios mínimos legales para que las cosas tenga un tipo de modificación.

«La iniciativa sigue abierta. Tenemos comisiones que van trabajando los temas, que van planteando propuestas sobre qué hacer, pero también, necesitamos crear condiciones, que ya es un tema que tiene que ver, que lo acabamos de conversar, para que gente joven tengan también referentes, donde puedan unirse otras personas y conversar de los temas que lamentablemente no encuentran espacios en los partidos. Tiene que haber espacio y discusión pública sobre esas cosas efectivamente, más allá de las agendas muy pequeñas que todos tienen, podemos ir hilvanando temas de interés común para el país», señaló.

El secretario general de la Asociación Civil Transparencia señaló la necesidad de abrir espacios para empezar a discutir, conversar, entendiendo que las diferencias van a aparecer, pero que, con una comprensión mejor sobre cuáles son nuestras preocupaciones, «es posible encontrar temas que nos unan y nos permitan trabajar en conjunto sobre determinados temas que consideramos prioritarios».

Fuente: LAMULA.PE

Tomado de: https://www.pressenza.com/

 

 

 

La Paz y El Alto: La regeneración

 

“Somos huérfanos políticos”, señala Cami desde un rincón de la sala donde se reúnen una veintena de personas, mayoría jóvenes y mujeres, un frío domingo en La Paz.

Una feminista de la ronda aprueba: “Le reprocho a la generación anterior que no nos trasmitieran su experiencia”. El resto escuchamos en silencio. “No podemos entender la totalidad, pero podemos intentarlo. Necesitamos reconocer la vulnerabilidad, porque sólo se crece desde lo vulnerable”.

Se trata de un doble reproche, de generación y de género, a quienes no supimos heredar algo de la experiencia acumulada, seguramente por no aceptar errores y desvíos, o sea por nuestra cultura patriarcal y vanguardista que siempre miró por encima del hombro a los jóvenes y muy en particular a las mujeres.

A partir de ahí, los cuestionamientos se amontonan. Algunos jóvenes se preguntan “qué es ser militante”, en este período tan complejo de la historia boliviana. Algunas provienen de familias mineras de la mítica Siglo XX, de ayllus campesino-indígenas y de lógicas comunitarias, pero también hay artistas, feministas radicales y queer, componiendo un arcoíris de diversidades aunque, todas y todos se preguntan cuál sería hoy posible un “horizonte revolucionario”.

Una joven que trabaja con niñas y niños haciendo títeres, enfatiza en “no hacerse notar”, en “no a levantar banderas”, una crítica directa al egocentrismo de los dirigentes que siguen ocupando cargos porque sí, porque son varones, con poder, bien hablantes que se empeñan en dominar organizaciones más que en transformar la realidad.

La crisis del movimiento popular en Bolivia es uno de los temas centrales que ocupa y preocupa a toda una generación militante que raramente supera la treintena, que no vivió el ciclo de luchas de 2000 a 2005 que desarticuló enl neoliberalismo y permitió el acceso de Evo Morales al gobierno. Pero también sufrieron la crisis de 2019 que se resolvió en la huida de Morales y Álvaro García, negociada con los poderes fácticos.

Una bofetada para quienes en algún momento creyeron en el proceso de cambios pero no se dejaron convencer de un golpe que nunca fue o, por lo menos, no fue el motivo de la renuncia y la huida, sino la pérdida de legitimidad ante sus propias bases. “La COB fue la primera en pedir la renuncia”, recuerda alguien que enfatiza que la prestigiosa central obrera se había adelantado al comandante en jefe de las fuerzas armadas en solicitar la salida del Ejecutivo, como el mejor camino para resolver la crisis, generada por el deseo de eternizarse en el poder.

La orfandad es política y es ética. Agravada porque el expresidente lanzó una dura campaña contra el actual vice, David Choquehuanca, buscando deslegitimar a quien tiene más prestigio que Evo Morales. Los datos hablan solos: en octubre de 2019, Morales y García obtuvieron el 47% de los votos. En octubre de 2020, Luis Arce y Choquehuanca alcanzaron el 55%. El MAS sin Evo creció un 20% en votos.

***

La Universidad Pública de El Alto (UEPA) sigue sumando edificios de cuatro y cinco pisos, donde miles de jóvenes aymaras se afanan desafiando el gélido frío de agosto que hoy se traduce en una fina nevada. La emblemática ciudad a 4.000 metros, es el epicentro del pensamiento indianista que toma distancia de los gobiernos progresistas.

“Evo siempre ha sido capataz, mayordomo, nunca hemos sido gobierno en 14 años”, decía el historiador Inka Waskar Chukiwanka, referente recién fallecido de esta corriente. Defiende la tesis de que aún sobrevive una jerarquía de civilizaciones que no se ha modificado, que ha llevado a la recomposición del colonialismo bajo nuevos ropajes.

En un tono similar se expresa Pachakuti Akarapi, perteneciente a una nueva generación de aymaras graduados en la UPEA y en otras universidades. Muchos de ellos participaron semanas atrás en el “Primer Encuentro de Intelectuales de la Nación Aymara,” que contó con el apoyo de la Vicepresidencia a cargo de David Choquehuanca.

El encuentro definió una agenda política que busca la reconstrucción de la nación aymara, para lo que diseñaron la Agenda Atawallpa 2032 que se propone restaurar el sistema de suyos (parcialidad o región), que debería ser la forma de gobierno plurinacional aymara, quechua y tupi guaraní, según Pachakuti. En esa fecha se cumplen los 500 años del asesinato del Inka Atawallpa y de la invasión al Tahuantinsuyu.

Para eso quieren terminar con el Estado colonial, reconstituir las diversas naciones originarias bajo el principio del federalismo y el sistema de comunidades o ayllus, conformando un poder en base a los turnos, rotativo, “sin la intervención de los preceptos de la democracia institucionalizada del Estado”, señala el documento que aprobaron los intelectuales aymaras.

Esta generación no se siente representada por la Constitución del Estado y apuesta a la creación de poderes propios, inspirados en los suyos, o sea poderes no estatales, supra-comunitarios federados. Se trata de construir territorios y gobiernos autónomos en el Altiplano pero también en las ciudades.

Muestra de esa búsqueda de autonomía, fue la presentación de Pachakuti en el encuentro que tuvimos, donde destacó que una de las cuestiones centrales es cómo se eligen los cargos, si en base a usos y costumbres como en las comunidades o con criterios ajenos pertenecientes a la cultura política dominante. Dijo que el Estado Plurinacional es como pretender que “el zorro conviva armónicamente con las ovejas”.

En el intercambio que tuvimos en la UPEA, analizó dos cuestiones centrales: la historia de las resistencias desde la conquista española y la existencia de rebeldes que no eran indígenas pero se plegaron a sus luchas.

Repasó las rebeliones que se sucedieron durante 500 años, que enseñan la voluntad de recomponer los gobiernos aymaras, aún en la clandestinidad, a los que denominó “gobiernos en movimiento”. También se propuso desmontar ciertos prejuicios: “Cuando vemos al movimiento indígena, sólo vemos reivindicaciones, cuando en realidad lo que se busca es restablecer el gobierno aymara”.

De ahí pasó directamente a cuestionar a los gobiernos del Movimiento Al Socialismo (MAS), porque “lo que se hizo en Bolivia con el Estado Plurinacional fue mantener intacta la jerarquía colonial”. Recordó también que varias rebeliones fueron encabezadas por criollos, como Rumi Maqui en 1915, señalando que la lucha indígena no gira en torno al color de piel.

Está comenzando a tallar una nueva generación, sobre las ruinas que dejó la anterior. Es imposible saber si conseguirá superar los principales problemas que lastraron a las anteriores. Pero podemos estar seguros que se está desembarazando tanto del patriarcado como del vanguardismo que, sin embargo, pueden renacer camuflados en lo políticamente correcto. Lo mejor, creo, es esperar y apoyarlos mientras despliegan su potencia creadora.

 

Fuente: https://clajadep.lahaine.org/?p=32567

 

 

La Casa Blanca admite que volteó y saboteó gobiernos de otros países

“Hace 40 años, EE.UU. hubiera hecho todo lo posible para prevenir la elección de Gustavo Petro y, ya en el poder, hubiera hecho casi todo lo posible para sabotear su Gobierno” confesó un asesor de Biden.

 

Asesor de Biden: «Hace 40 años, EE.UU. hubiera hecho todo lo posible para prevenir la elección de Gustavo Petro o sabotear su Gobierno». El alto funcionario de la Casa Blanca dijo que el país suramericano es «la pieza maestra» para el desarrollo de la región y que la relación entre Bogotá y Washington es un «modelo para el mundo». – Actualidad RT

Tres días después de la posesión de Gustavo Petro, el asesor de la Casa Blanca para el Hemisferio Occidental, Juan González (https://twitter.com/Cartajuanero), aseveró en un congreso empresarial realizado en Colombia que cuatro décadas atrás, EE.UU. habría «hecho todo lo posible» para evitar su elección o sabotear su Gobierno.

«Hace 40 años, EE.UU. hubiera hecho todo lo posible para prevenir la elección de Gustavo Petro y, ya en el poder, hubiera hecho casi todo lo posible para sabotear su Gobierno», dijo González, quien participó por vía remota en el 7° Congreso Empresarial Colombiano, organizado por la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia y celebrado en la ciudad portuaria de Cartagena de Indias (Bolívar).

Al inicio del foro ‘Desafíos cruciales para el futuro de Colombia‘, el alto funcionario que trabaja en la Casa Blanca desde 2011 sostuvo que el impedimento de que un presidente de izquierda gobernara en la región correspondía a «las políticas de la Guerra Fría«.

«Esas son las políticas de la Guerra Fría, que hasta cierto punto hoy en día para unos son una justificación de unas perspectivas revisionistas que caracterizan la política de EE.UU. dentro de un contexto de la manifestación local de un imperio», agregó.

A pesar de que varios gobiernos de la región como Venezuela y Cuba han denunciado reiteradamente la injerencia estadounidense en los asuntos políticos internos con fines desestabilizadores, González aseguró que la realidad actual es distinta.

«No importa la ideología o donde esté en el espectro político un Gobierno. Si es elegido y gobierna democráticamente, vamos a buscar áreas de interés común y las vamos a avanzar, también vamos a comunicar más nuestras preocupaciones», dijo.

Relaciones de larga data

«Colombia es la pieza maestra para el desarrollo de Latinoamérica y el Caribe», afirmó González durante su participación en el congreso empresarial.

La relación entre Washington y Bogotá, que data de hace 200 años, se ha afianzado en las últimas décadas. El país latinoamericano es el principal aliado económico y comercial del gobierno estadounidense en Suramérica.

«La asociación y colaboración entre EE.UU. y Colombia puede ser un modelo para la región y el mundo», manifestó el asesor de Biden.

Lo lazos que unen a ambos países, a pesar del cambio presidencial, quedaron en evidencia tras el triunfo de Petro cuando el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, fue uno de los primeros en felicitarlo a través de una conversación telefónica. En esa oportunidad le manifestó que esperaba que siguieran trabajando juntos «para estrechar aún más la relación».

Del mismo modo, para la toma de posesión del líder del Pacto Histórico, la Administración de Joe Biden envió una nutrida representación encabezada por la administradora de la Agencia de ese país para el Desarrollo Internacional (Usaid), Samantha Power.

Los reveses 

En esa larga relación entre «el mejor amigo y aliado» de EE.UU. en la región, como dijo el exmandatario Donald Trump al referirse a Colombia, hay puntos grises relacionados con el tráfico de drogas y la violencia ejercida por el Estado.

Uno de los temas que ensombreció la alianza fue el Plan Colombia, suscrito entre ambas naciones hace 20 años para el control de la producción y el tráfico de drogas. La iniciativa fue tildada de «fracaso» por un grupo de congresistas estadounidenses, a pesar de los 10.000 millones de dólares asignados para llevarla a cabo.

En el pasado Gobierno de Iván Duque, Trump increpó varias veces a su par por el incremento del flujo de drogas hacia territorio estadounidense, donde murieron por sobredosis más de 100.000 personas entre 2020 y 2021, según cifras de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

«Nos une la voluntad de futuro»: Los diez compromisos claves de Petro con los colombianos

A finales de 2021, Washington anunció una «nueva estrategia» antidrogas, que significó un cambio discursivo en el abordaje tradicional del tema, debido a que el énfasis se puso el reforzamiento de la presencia estatal preventiva en las zonas rurales y de los acuerdos de paz, y no en la llamada «guerra contra las drogas».

En su discurso recién juramentado, Petro catalogó de «fracaso rotundo» la política antinarcóticos entre ambos países debido a que fortaleció al narcotráfico, causó miles muertes en la región y debilitó a los Estados.

Otro tema que ha puesto una sombra en ese vínculo entre ambas naciones es la información que dio a conocer recientemente la Comisión de la Verdad, organismo surgido tras el Acuerdo de paz entre el Gobiernos y las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), sobre la estrecha relación e influencia de EE.UU. en la guerra interna colombiana.

El órgano transicional encontró en miles de archivos desclasificados por Washington, que van desde 1979 hasta 2009, evidencias del conocimiento por parte de la Casa Blanca de las ejecuciones extrajudiciales realizadas por los cuerpos de seguridad estatales o ‘falsos positivos‘ contra civiles de poblaciones vulnerables.

Además, hubo hallazgos que develaron la supuesta relación entre empresarios estadounidenses y grupos paramilitares, y el conocimiento de los presuntos vínculos de Álvaro Uribe con el narcotráfico y el paramilitarismo. En paralelo, el gobierno estadounidense participaba en el Plan Colombia y en la lucha antidrogas en ese país, tanto con presencia militar como con recursos logísticos y económicos.

 

Fuente: https://www.contrainfo.com/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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