✯ – Feminismos – Silvia Federici: “La caza de brujas se ha olvidado y se ha ridiculizado”
✯ Uruguay/ BUSCANDO PETROLEO
✯ Brasil – Tenondé Porã, territorio guaraní mbya: resistencia y mundo nuevo
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Feminismos
Silvia Federici: “La caza de brujas se ha olvidado y se ha ridiculizado”

Esta no quiere ser otra historia de brujas, sino la historia de todas ellas. Desde hace algunos años, en el caso de Terrassa desde 2017, grupos de lectura e investigación en distintas partes del territorio español y a nivel internacional vienen trabajando en recuperar las historias, es decir la memoria histórica (y su reflejo actual) de aquellas mujeres ajusticiadas como brujas y disidentes del rol femenino. Como detonante común entre estos grupos ha sido la lectura y trabajo a partir del libro Calibán y la bruja (Ed. Traficantes de Sueños), de Silvia Federici, y que a iniciativa de la autora se formó en 2018 como la “Campaña por la memoria de las mujeres acusadas de brujería”. “Mi libro ha recuperado la historia que yo he aprendido de otras mujeres. Estoy muy contenta de que mi obra haya podido ser útil y que haya dado una perspectiva para repensar la historia del capitalismo, de la acumulación originaria y qué ha significado la caza de brujas en este contexto y que pueda servir cómo una guía”, respondía Federici en entrevista a El Salto, durante el encuentro en Madrid.
“Estoy muy contenta de que mi obra haya podido ser útil y que haya dado una perspectiva para repensar la historia del capitalismo, de la acumulación originaria y qué ha significado la caza de brujas en este contexto y que pueda servir cómo una guía”
Un primer encuentro se realizó en Iruña, en 2019, con la idea de conformar una red interdisciplinar (académicas, activistas, cineastas, precarias, profesoras de secundaria, madres, periodistas…) que en conjunto recuperarían el fenómeno histórico de la caza de brujas que duró tres siglos (S.XV a XVIII) y que ha sido borrado de los libros de textos, pero también para visibilizar las conexiones que existen a día de hoy con las persecuciones que siguen viviendo miles de mujeres. Porque la caza de brujas no terminó entonces, se fue acomodando a los tiempos del capitalismo.


Así lo considera la misma Federici: “Basándonos en la experiencia del pasado podemos ver otra vez que esta caza de brujas está conectada con la expansión capitalista que crea el empobrecimiento de las masas, la escasez de tierras, la privatización y la exclusión, la expulsión de comunidades enteras que agudizan los conflictos sociales”. Hoy en África, por ejemplo, la caza sigue despojando a las mujeres de sus tierras o se ven forzadas a exiliarse en los ‘campamentos de brujas’ del norte de Ghana. O en Ecuador, India y otros países, el extractivismo de recursos minerales de las multinacionales empobrece no solo a las tierras sino a las familias que se ven obligadas a dejar sus comunidades, e incluso a migrar, en busca de sustento.
Otra de las razones por la que se inició hace tres años la campaña de la recuperación de la memoria de las brujas, y que tiene un manifiesto, surgió durante el recorrido que Federici hizo al museo y la Cueva de Zugarramurdi en 2017 y del que recuerda “Hemos visto como lugares que han sido testigo de caza de brujas ahora se han convertido en una gran atracción turística. Allí dijimos que íbamos a hacer una llamada al movimiento feminista para poner fin a este escándalo: el olvido de la caza de brujas y su ridiculización que ocultan todas las atrocidades que se han hecho contra estas mujeres que son nuestras ancestras, y cómo todo esto se conecta con todas las formas de explotación a las que estamos sujetas hoy como mujeres”.
En otra visitas, en marzo de 2019, solicitaron reunión con los responsables del museo para trasladarles algunas propuestas con respecto al contenido del mismo. Sin recibir respuesta, un grupo se concentró en la cueva para exigir el fin de la venta de muñecas que representan de forma degradante a las mujeres asesinadas acusadas de brujería. De las cosas que resultan más chocantes para Federici es precisamente la ridiculización que se sigue haciendo del personaje con escoba, sombrero puntiagudo y larga nariz. “Las brujas se han traducido en un escándalo, una vergüenza. es la primera vez que sujetos oprimidos y sujetos a una persecución son ridiculizados y se transforman en una atracción turística”, asegura. Para transformar esta imagen considera que “Nos hace falta producir materiales pedagógicos porque hay toda una generación de infantes que crece con toda una distorsión sobre quiénes son las brujas y es porque la caza de brujas se han olvidado y ridiculizado”.
“Nos hace falta producir materiales pedagógicos porque hay toda una generación de infantes que crece con toda una distorsión sobre quiénes son las brujas y es porque la caza de brujas se ha olvidado y ridiculizado”
El II encuentro
Hasta casi cien mujeres venidas de diferentes territorios del estado español se reunieron en torno a conferencias, proyecciones y un paseo-acción el pasado fin de semana en Madrid, organizado de manera independiente y auto gestionada por las componentes de la “campaña de la memoria de las brujas” de Madrid. ¿En qué consistió el fenómeno de la ‘Gran Caza de brujas’ que duró más de 300 años? ¿Quiénes eran en realidad esas mujeres ejecutadas bajo la acusación de brujería? ¿Qué fin último tenían las acusaciones? ¿Qué está ocurriendo en la actualidad con las mujeres acusadas de brujería en países como India o Ecuador? ¿Qué coincidencias hay con la caza de brujas histórica? Estas fueron algunas de las preguntas que se plantearon durante este segundo encuentro.
Tres días que dieron lugar a interactuar con conferencistas como la activista india Sashiprava Bindhani, estudiosa de las cazas de Odisha (India) y que participó en la redacción de la ley contra las cazas de brujas de este territorio en 2014, o el testimonio de primera mano de Heidy Mieles y Juana Cuenca, activistas de Ecuador del colectivo Mujeres de Frente, sobre las luchas antiextractivistas y la persecución a mujeres que se están dando en la Amazonía andina. Sobre narrativas y memoria de la caza de brujas tomando en cuenta el paradigma de Salem se presentó el proyecto del documental A Witch Story, dirigido por la cineasta documental Yolanda Pividal y protagonizado por la joven periodista estadounidense Alice Markham-Cantor y Silvia Federici. Este documental espera su estreno para finales del mes de noviembre.
Otra mesa incidió en la importancia de aplicar una perspectiva feminista en el estudio de la caza de brujas y la creencia en la brujería. Aquí se compartieron los aportes de trabajos académicos de autoras de Francia, Cataluña y Navarra para aportar contenidos enriquecedores para las reivindicaciones actuales. En esta mesa participaron las expertas Christelle Taraud, docente en la Universidad de Columbia (NY-París) y quien presentó la publicación Feminicidio: Una historia del mundo; Carme Xam-Mar Alonso, historiadora y especialista en la caza de brujas y otras formas de control social en el Alt Urgell (Cataluña) y Amaia Nausia Pimoulier, doctora en Historia y miembro del Eusko Ikaskuntza- Sociedad de Estudios Vascos, quien compartió sus aportes como especialista en historia de las mujeres, viudez y adoctrinamiento social en Navarra.
Para abordarla caza de brujas en América Latina, África y Asia, desde su carácter histórico, con la dominación colonial y el protagonismo de la Iglesia católica, hasta la actualidad, y que arremete principalmente contra mujeres indígenas o afrodescendientes, mujeres mayores o lesbianas, defensoras territoriales o lideresas sociales y ambientalistas se formó una mesa con Bindhani, Federici, Markham-Cantor y Cristina Vega, teórica feminista que estudia los fundamentalismos religiosos y su implicación en la criminalización de mujeres y comunidades en lucha, y moderada por Eva Vázquez, activista feminista vinculada a la ecología política, editora del libro Brujas, salvajes y rebeldes sobre la caza de brujas pasada y presente en Ecuador.
Como cierre de las jornadas se planteó una mesa sobre los horizontes y el futuro de la actual campaña para continuar con el trabajo a partir de propuestas de los nodos ya constituidos. “Han salido muchas propuestas para organizarnos, qué materiales vamos a producir, cómo vamos a movilizarnos para llevar iniciativas a las instituciones, las leyes que vamos a construir dentro y fuera de España, y más allá de Europa”, resumía Silvia Federici.
Para Federici siguen habiendo muchas razones para seguir movilizándonos ”porque la caza de brujas es el centro de muchas problemáticas que nos tocan como mujeres y como sujeto que es consiente de que hay que construir una sociedad fuera de la lógica del capitalismo“
La investigadora y profesora italoamericana se ha referido al segundo encuentro por la memoria de las brujas como muy potente y “porque ha mostrado cómo la temática de la caza de brujas tiene mucha resonancia en los problemas que encontramos como mujeres, sujetos sexuales disidentes hoy y todas las formas de violencia: la económica, la violencia contra el cuerpo, contra la naturaleza…”. Por ello, para Federici siguen habiendo muchas razones para seguir movilizándonos ”porque la caza de brujas es el centro de muchas problemáticas que nos tocan como mujeres y como sujeto que es consiente de que hay que construir una sociedad fuera de la lógica del capitalismo“. Todas las novedades sobre la campaña se pueden seguir a través de su web.
Madrid y la caza de brujas
También como parte del segundo encuentro, el domingo se realizó un paseo-acción por el “Madrid de la caza de brujas” con un recorrido por “quemaderos” y lugares de Actos de Fe como la Plaza Mayor, la Plaza de la Cruz Verde o la Plaza de la Cebada, edificios de la Inquisición en Santo Domingo, así como algunos domicilios concretos de mujeres con procesos de brujería, como en la Cava de San Miguel. Conforme se hacían las paradas en los diferentes sitios se colocaron placas-memoriales como acción reivindicativa. Con ello la campaña señala la intención de solicitar formalmente una petición al Ayuntamiento de Madrid para que esta memoria sea reconocida por las instituciones y debidamente señalizada en estos lugares.

BUSCANDO PETROLEO
Entre los numerosos intentos del gobierno uruguayo para atraer inversores del exterior, de cualquier tipo, en cualquier cosa, han reflotado, durante el 2022, licitaciones de ANCAP para exploración de petróleo y gas en 17 áreas económicas exclusivas en la zona marítima.
Durante la ronda abierta por el ente petrolero con un plazo que vence a finales de noviembre del presente año se fueron sumando interesados de diferente origen.
La empresa francesa Total, reitera intentos luego de su fracaso de años atrás, además se mencionan una subsidiaria de la empresa Shell, a la que se le asignaron el bloque 2 y7, Apache Corporation en los bloques 2 y 6, Challenger Energy (ex Bahamas petroleum) en el bloque 1.
La evolución errática de precios de energía a nivel mundial, impacta sobre decisiones de inversión en exploración cuyos vaivenes, repercuten también en planos locales.
Conflictos, guerras, intereses privados, bloqueos, pautas de consumo, desperdicio, rentabilidad, han determinado incrementos de precios y búsquedas de fuentes catalogadas de contaminantes.
El próximo invierno europeo, el impacto de sanciones a Rusia que benefician a grandes empresas estadounidenses, han elevado precios vinculados a la energía y en consecuencia los países desarrollados van desplazando a un segundo plano, sermones sobre energías limpias, renovables, calentamiento global.
Los hechos van desnudando nuevamente la hipocresía de grandes capitales que invierten en exploración y transporte de gas, petróleo y demás fuentes no renovables de energía.
El gobierno uruguayo no escapa a la incoherencia de un discurso que pone énfasis en el “país natural”, mientras promueve el ingreso de capitales que en los más diversos planos atentan contra calidad del agua, del aire, la naturaleza, la vida. Baste mencionar el uso intensivo de agrotóxicos y el fomento de la producción de pasta de celulosa por grandes empresas transnacionales.
La crisis estructural y las perspectivas de estancamiento y mayor desempleo que se tornan inocultables al finalizar las obras para UPM generan nerviosismo en un gobierno jugado totalmente a capitales privados.
Mega inversiones, ya han apropiado las actividades más rentables. Desde el control de las principales cadenas de exportación, finanzas, servicios, puerto, gran comercio local, hoteles, casinos, hasta agua de mesa.
La continuidad del “modelo” impulsa la atracción de capitales, sobre la base de mayores sacrificios a la población, incluyendo desde rebaja de salarios reales, paraísos fiscales, hasta impunidad para la destrucción de zonas de producción de alimentos como pesca, pequeña producción sustentable.
En ese contexto vemos los llamados a licitaciones y regalías de la más diversa índole. Algunos proyectos de inversión en boga son tremendamente peligrosas, como los relativos el plan Neptuno que impone criterios mercantiles al derecho al agua potable, otras parecen ser solo promesas o sueños de una noche de verano.
GOTITAS DE ECONOMIA
- El índice de volumen físico de la industria en Uruguay creció 2.7% en setiembre de 2022 relación al mismo mes del año previo. El índice de horas trabajadas permaneció prácticamente constante. Aumentó la productividad del trabajo sin que ello redunde en mejores salarios. Más plusvalía para el capital.
- Diversos informes y encuestas señalan que las ventas de bienes y servicios para el mercado interno cayeron en octubre del 2022 en relación a un año atrás.
- El INE cambio la base de cálculo del IPC. El 4 de noviembre se publicó el último dato con base 2010 = 100. El boletín correspondiente a noviembre de 2022, que se difundirá desde el 7 de diciembre, lo hará con una nueva base 2022 =100. Los cambios en las pautas de consumo determinan que la canasta sobre la que se elaboran los datos deba ser sustituida periódicamente.
- El 15 de noviembre comenzó en Indonesia la 17 cumbre del denominado grupo de los 20. La agenda formal está centrada en recuperación económica, salud, cambio climático.
- Los países que integran el G20, son Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón México, Rusia, SaudiArabia, Sudáfrica, República de Corea, Turquía, Reino Unido, Estados Unidos.
- La producción industrial china creció 5% durante octubre del 2022.

Tenondé Porã, territorio guaraní mbya: resistencia y mundo nuevo
Brasil
Raúl Zibechi*
Dejar la ciudad es un alivio. Luego de dos horas caracoleando en un remolino de coches y autobuses, semáforos y comercios, cemento y asfalto, van apareciendo los tonos de verdes, praderas y bosques que nos invitan a seguir transitando por caminos de tierra. Sao Paulo quedó atrás, con su ajetreo trepidante, para dar lugar al silencio que sólo quiebra el canto de las aves y el murmullo de los arroyos.
Sólo dos horas, que parecen siglos, separan la mayor ciudad sudamericana y el territorio indígena Tenondé Porã, habitado por casi dos mil guaraní mbya que se despliegan por la Mata Atlántica o bosque atlántico, uno de los biomas más amenazados del planeta, pero que aún alberga una de las mayores biodiversidades.
La Mata cubría extensas superficies, desde el litoral brasileño hasta Misiones en Argentina y el este de Paraguay, abarcando incluso la meseta brasileña. De las 130 millones de hectáreas que tuvo, ahora se conserva apenas el 7% del territorio original, en gran medida por el empeño de los pueblos originarios que siguen defendiendo el bosque, su vida.
De la devastación que se extendió por cinco siglos, se salvaron apenas 25 mil guaraníes mbya que pueblan seis estados de Brasil y 232 comunidades. Los no indígenas, a los que aluden como “cabelo na boca”, los persiguieron con saña y estuvieron cerca de exterminarlos. Sobrevivieron huyendo y escondiéndose en bosques inaccesibles, pero cada vez que podían regresaban a las aldeas (tekoa en guaraní).
El bosque nos va llevando hacia la aldea principal, Tenondé Porã, que lleva el mismo nombre del territorio y fue el territorio originario de las diversas aldeas actuales. Es el único espacio donde se observan construcciones grandes, de cemento, entre las que destacan la escuela y la clínica de salud.
Seguimos de largo por un camino irregular, salpicado de baches y pozos, que bordea praderas y bosques hasta llegar, en un recodo del camino, a nuestro destino: la aldea Kalipety. Primera sorpresa: no tiene un centro, como en los pueblos de los blancos, sino que las construcciones se adaptan al terreno sinuoso y ondulado. Lo que podría ser el “centro”, algo que en la cosmovisión guaraní mbya no debe existir, es una casa particular donde se arremolinan niñas y niños jugando sobre la tierra húmeda.
Pese al frío de un invierno muy duro y extenso, casi todas las personas van descalzas, pisando con sus pies la tierra, algo que tiene un sentido mucho más profundo del que puedo comprender. Tjago, una liderança joven, toma la delantera sin decir palabra. Vamos recorriendo un sendero que surca entre viviendas de madera y árboles enormes.
Casa de Reza
Llegamos en silencio a una casa enorme, diferente a las demás, en un claro del bosque. Al traspasar la puerta, silencio y oscuridad, hasta que los ojos se acostumbran. La decena de personas que entramos, mitad guaraníes y mitad visitantes, nos sentamos en sillas dispuestas de modo circular. Tjago empieza a hablar, lento, pausado, hilvanando palabras como un collar.
“No somos superiores a otros seres”. Las palabras gotean. Nombra “resistencia” y “lucha”; las características de la educación que imparten los docentes de las aldeas y asegura que la espiritualidad es necesaria para “recuperar el equilibrio”. Nadie lo interrumpe. No hay preguntas. Sólo escucha en silencio.
“Estamos aquí gracias al protagonismo de las mujeres”, aunque utiliza la palabra mulherada, más fuerte y potente en portugués, ya que alude a una masa femenina compacta. Aclara que “no es el feminismo occidental”, y deja las palabras en el aire. Pasa a otro tema, en el que se alarga.
“El mundo indígena está medio perdido. La tecnología del no indígena es muy fuerte. Muchos jóvenes guaraníes miran la tecnología, quieren aparecer en facebook”, sentencia este joven que pertenece a una nueva camada de líderes comunitarios. “El mundo está oscuro”, confiesa, y se hace un largo silencio.
Le sigue Priscilla, una mujer joven que forma parte de la coordinadora de líderes de las 14 aldeas de Tenondé Porã. “Me emociona hablar porque nuestra lucha no fue fácil. Las tierras que ahora tenemos se consiguieron con mucho dolor. No sabíamos cultivar, pero eso lo estamos recuperando”. Habla muy rápido, pero hace una pausa antes de soltar: “En 2013 cortamos la carretera, era la primera vez y teníamos miedo”.
Relata que para preparar el corte de la autopista Bandeirantes, rezaron y cantaron durante días y noches, pero además pidieron ayuda al Movimiento Passe Livre (MPL), una organización juvenil, autónoma y horizontal, que lucha contra los altos precios del transporte y fue clave para disparar las enormes manifestaciones de Junio de 2013. Sus militantes les enseñaron cómo hacer el corte, incluyendo la quema de neumáticos.
Después de la reunión almorzamos en comunidad. Apenas se escuchan susurros. Luego, un largo tiempo sin hacer nada… Perdón!! Haciendo cosas no productivistas, como descansar, fumar, caminar o reposar en las hamacas mirando el bosque desde abajo, una perspectiva maravillosa. Hasta el atardecer, cuando la comunidad se encamina a la Casa de Reza.
“Ka’aru ju” (buenas tardes), dice cada persona que ingresa a la casa. Las mujeres y sus hijos se sientan sobre colchones que rodean el fogón que empieza a arder, disipando el frío. Los varones más jóvenes se juntan en el rincón opuesto, separados por una humareda espesa, haciendo sonar sus instrumentos. “Estoy feliz de que nos visiten”, se escucha una voz serena, casi inaudible.
Los diálogos mencionan la importancia de la educación y la salud propias, dicen que “antes sólo hablaban los caciques” y que ahora “hay más diálogo”. Brota un silencio más profundo aún, quebrado por una voz: “Nuestro territorio es sagrado”.
En cierto momento, sin aviso previo, comienza a sonar una canción. Todos la siguen, incluso las niñas y niños. El espacio es amplio pero está todo ocupado. A un lado, los que tocan instrumentos. En el centro, una doble fila de varones y mujeres danzan rítmicamente, repitiendo siempre los mismos movimientos. Cerca de las puertas, en el otro extremo, el fogón rodeado de mujeres que arman las enormes pipas (cachimbos, en guarani mbya es petỹgua) rituales, y las van pasando a los varones, aunque ellas también fuman.
Sólo los he visto fumar en la Casa de Reza, aunque es posible que lo hagan en otros espacio-tiempos. Delante de todos, un niño con el torso desnudo. Un sabedor guaraní se le acerca, le prodiga pequeños toques como masajes suaves, y le acerca el calor del cachimbo a algunas partes del cuerpo. Imposible no recordar la moxa que aplican los acupuntores. En cierto momento, comienza a circular una bebida que consumen en pocas cantidades, lentamente, como un ritual. Declino la ayaguasca, por el estúpido temor a perder el control…
El mundo nuevo
En 2012 había sólo dos aldeas: Tenondé Porã y Krukutu, que no superaban las 50 hectáreas, donde vivían hacinados según los patrones culturales guaraní mbya. Ahora son 16 mil hectáreas con 14 aldeas, reconocidas legalmente desde 2016. Cómo hicieron, cómo fue el proceso, es la pregunta evidente. “Retomada”, es la respuesta. Que traducimos como “recuperación” de sus tierras ancestrales.
La primera aldea nueva es en la que estamos, Kalipety, formada 2013, y la última Kuaray Oua, en 2021. El proceso comienza con los relatos de Priscilla y Tjago, pero va mucho más allá. Las mujeres y los jóvenes empujaron las retomadas. Pero no es ninguna casualidad que hayan comenzado en 2013, cuando Brasil fue sacudido por las mayores movilizaciones de su historia. Ahí es cuando conectan con el MPL para el corte de la autopista.
Lo demás fue llegando de a poco. “Ya no tenemos caciques”, dice Tjago. De las 14 aldeas, 11 decidieron prescindir de esa figura colonial y patriarcal. Construyeron un Consejo de Dirigentes (lideranças) con 22 integrantes, de las cuales 12 son mujeres. “Estudiamos los procesos de América Latina, sobre todo el zapatismo, y nos inclinamos por la autonomía”. “No necesitamos caciques”, agrega Priscilla, “sino liderazgos colectivos”.
En el área educativa, optaron por la descentralización. Antes las niñas y niños acudían a la escuela levantada por el Estado en Tenondé Porã. Ahora decidieron que son los docentes los que deben moverse. Un profesor joven explica: “Antes debían estar sentados entre cuatro paredes, no podían jugar, ni saltar, nos obligaban a estudiar inglés y portugués, pero desde hace tres años ya vamos teniendo otra educación, en acuerdo con las familias”.
Las educadoras recorren las comunidades, forman círculos debajo de los árboles y enseñan “en base a la experiencia de vida, respetando los valores de nuestros mayores, de nuestra cultura”. Sigue Lucas, el compa antropólogo que se quedó a vivir en Kalipety, con su pareja y su hija: “Se aprende en las prácticas, concentrándose, dialogando, escuchando a los animales y a la tierra”.
“Alfabetizar en nuestra lengua es descolonizar”, agrega una voz. A continuación, Lucas explica que la vida comunitaria gira en torno a la “generosidad (mborayvu boravú)”, que diferencia de reciprocidad porque “consiste en dar sin esperar retorno y representa la abundancia”.
Luego explican los avances en la producción, desde las artesanías hasta la multiplicación y recuperación de cultivos. Con datos de 2019 aseguran que cosecharon 13 toneladas de mandioca y casi tres de maíz, además de cantidades variables de batata doce (camote), frijol, calabaza, maní y piña, destacando que sólo de camote cultivan 50 variedades, más nueve de “maíz verdadero”.
Están recuperando áreas degradadas por siglos de devastación y diversifican los cultivos que siempre son para el consumo propio. En diez aldeas ya cuentan con sistemas propios de captación de agua, que en general toman de las nacientes y les aplican un filtrado ecológico.
“Nada de esto se hubiera conseguido sin la recuperación de las tierras”, insiste Tjago. “Porque los derechos son una excepción. Se trata de depender cada vez menos de los recursos externos. La energía del corte de ruta está viva hasta hoy. Junio de 2013 está vivo”, remata.
De noche, antes de retirarnos a dormir a las cabañas, los jóvenes sacan los celulares y los revisan con un ritmo frenético. “No sabía que tenían internet en la aldea”, digo algo molesto porque dejé el mío en la cabaña de los visitantes, bastante lejana. Tjago se ríe. “Tenemos pero lo controla la comunidad. Se permite sólo dos horas diarias durante la noche, es una forma de protegernos del afuera”, dice con total naturalidad.
Nos miramos sonriendo. Sin duda, se trata de la espiritualidad guaraní, de ese tremendo esfuerzo colectivo para mantener los equilibrios, para seguir siendo pueblos vivos en un medio vivo y sano. No tiene nada que ver con la religión, y todo con la vida que, quizá, consiga contagiarnos.
* Agradezco a Lucas Keese y a la aldea Kalipety por su generosidad y acompañamiento.
Fuente: https://clajadep.lahaine.org/?p=33160
